Tics totalitarios
Ahora que la Asamblea andaluza
–en un insólito ejercicio de parlamentarismo democrático; que sospecho no
volverá a repetirse- ha reprobado a un consejero del gobierno susanista y que
el cuarto poder ha puesto el foco en el sujeto, creo oportuno el momento para
hacer memoria. Me mueve solamente la intención de llamar la atención del lector
sobre algo que la prensa ha obviado y que, sin embargo, por fortuna, nuestra
presidenta –que está ahí para corregir, a todos- ha subsanado, por algo se
llama Subsana: me refiero al currículo del lenguaraz consejero.
Estoy seguro que, incluso los
desmemoriados, la mayoría recordara el encomiable (para el régimen) trabajo de
acoso realizado bajo su dirección sobre la labor de la jueza Alaya, ebúrnea
encarnación de la Justicia. Desde privarle de los medios necesarios para
realizar su labor en lo que calificó “ese rollo de los Ere”, hasta aquellas irónicas
declaraciones públicas preguntándose de dónde sacaba el tiempo para estudiar
tantos asuntos, o los machistas cínicos halagos –que no merecieron reproche
alguno del feminismo progresista-: “…trabaja mucho y encima sigue guapa”.
El lector más memorioso tal vez
recuerde la polémica suscitada por el PSOE a finales del 2014 acerca de la
decisión del Gobierno (del PP, claro) de instalar concertinas en la valla
fronteriza de Melilla. Pedro Estornudo (y no me refiero al escribano de dicho
nombre, ilustre personaje del entremés cervantino “La elección de los alcaldes
de Daganzo”, sino al secretario general del PSOE al que gusta aludirse como
Pedro Snchz, onomatopeya antonomástica del estornudo) se apresuró a cargar
contra dicha decisión gubernamental con toda su artillería demagógica,
disfrazada de filantropía, y con todo su rencor sectario y cainita, enmascarado
de integridad y principios; o sea, como acostumbran en su secta. Olvidó decir
Pedro Estornudo que su partido, en el año 2005 siendo presidente del Gobierno
su correligionario Zapatero Fons Amoris, instaló un sistema aún más agresivo.
Pues bien, al hilo de este escándalo
salió a la luz algo que la Junta ocultaba celosamente: las dos terceras partes
de los centros de menores regentados por la Consejería de Justicia estaban
dotados de concertinas. El inefable consejero De Llera justificó el hecho
diciendo que las concertinas, puesto que apuntaban hacia fuera, no estaban
puestas para evitar la fuga de los internados sino para impedir intrusiones
(por favor, aguanten la risa; un poco de seriedad). Olvidó el consejero que,
conforme a esa lógica, otro de los servicios bajo su autoridad, la Escuela de
Seguridad Pública de Andalucía, parecería entonces, más que centro de formación,
campo de concentración pues las alambradas de espino que la circundan, rematadas
en un ángulo de 45 grados de inclinación, apuntan hacia adentro, obviamente no
para impedir intrusiones (pues en tal caso lo harían hacia afuera, según declaró),
sino para evitar fugas. Impepinable.
Consta, asimismo, en el
currículo del consejero susánido otro apunte de corte totalitario, que también
ha quedado impune a la crítica: la creación de la Web de la Verdad. Hay cosas
que, verdaderamente, resultan difíciles de creer, pero en este régimen y, más
aún en manos de un desertor de la justicia, todo es posible. En efecto, la
Consejería de Justicia e Interior, que dirige –todavía- el fiscal heterodoxo,
tuvo alojada entre las páginas de su Web oficial una sección (hoy desaparecida)
dedicada a la desacreditación, injuria, menosprecio y estigmatización de los
funcionarios que se atrevieron a denunciar las irregularidades que sucedían en
su Consejería.
¿Se refería a esto doña Subsana,
cuando habló del currículo del reprobado? En esta desdichada tierra, en la que
oído, vista, lengua, razón y entendimiento no sirven a la prosperidad sino al
desconsuelo, es preferible, tal vez, ser ignorante; como sabiamente dejó
escrito Quevedo.
Mayo, 2016