SÁNCHEZ RECORRE ESPAÑA (con perdón)

 Por las frías galerías

de la Moncloa, penando,

pasa tardes y mañanas,

su magro sueldo ganando

Pedro Sánchez, el Bonito,

móvil en mano y hablando,

los pies ligeros, no para,

cuando no vuela en el Falcon.

 

Va a bañarse entre las masas

como César se bañara,

operación piel con piel

Bolaños la designara,

que al Gobierno de la gente

la promiscuidad le agrada.

Aunque siempre hay envidiosos

-pongamos que se llamara

Alberto Nuñez Feijóo-

que, cual Cicerón gritara

por los ebúrneos escaños

(que entonces no se llevaba

sentar a sus señorías,

ni allí, en Roma, ni en España,

sobre mullidos sillones

de piel de vaca labrada,

que con masaje y cerveza

dulcemente se criara

para no irritar siquiera

-si es que acaso se sentaran-

las sutiles posaderas

de los Padres de la Patria),

pero, en fin, no divaguemos,

vayamos a las entrañas,

cual si fuera Cicerón,

Feijóo digo, le gritaba:

Utsque tándem Catilina

patientia nostra…¡caramba!

que ya nos tienes bien hartos

de mentiras y patrañas,

de infundios, bolas y cuentos,

de enredos, filfas y trápalas,

de bulos, farsas y trolas,

y de argucias y falacias.

Para no tener que oír

ácidas catilinarias,

de las Cortes a la calle

huyó a marchas forzadas,

a satisfacer su ego

y darse baños de masas.

Lo llevan a una aldeíta

donde el Psoe siempre gana

y se le acerca un anciano

de luenga y espesa barba

y en tono amable y cordial

estas palabras exclama:

“¿Acaso eres Pedro tú?”

Y ufano Pedro le habla:

“Sí señor, soy Pedro Sánchez”,

Y el anciano lo remata:

“¿el mentiroso de España,

el tío más embustero

que en mi vida me cruzara?,

dijo, y acabó el encuentro,

se echaron los guardaespaldas

y se llevaron al viejo

harto lejos de las cámaras.

Meses le duró el enfado,

roído estaba de rabia,

mas eso no fue escarmiento

a un soberbio de su talla.

Así que a los tantos meses

la calle otra vez pisaba

buscando afanosamente

el aplauso de las masas.

Quiso esta vez probar suerte

en la tierra zamorana,

que en los días precedentes

sufriera grandes desgracias.

Allí se plantó, y sobrado,

soltó estas bravuconadas:

Esto ya lo arreglo yo,

tranquilos, no pasa nada

y saltó un impertinente,

de esos que nunca faltan:

“¿Qué tú lo vas a arreglar,

tú, el inútil? ¡Vamos anda!”

¡Su orgullo herido de nuevo!

¡Su vanidad ultrajada!

La gente se cachondea

en las redes y en las plazas:

el Bonito convertido

en hazmerreír de fachas.

Esto exige una respuesta

contundente y bien pensada,

le dicen sus asesores:

Sevilla nunca nos falla.

Y allí va la comitiva

de afiliados y afiliadas,

de enchufaos en la Junta,

de cuñaos, cargos y cargas,

el alcalde de Sevilla,

la Montero y el Espadas.

Todo va de maravilla,

Sevilla nunca defrauda,

solo falta el Gran Poder,

¡y hasta han traído pancartas!

¿Qué dice aquella pequeña?

mi vista a leer no alcanza,

no te va a gustar oír

estas terribles palabras:

Que te va a votar Txapote

cuando las urnas se abran,

por traidor y mentiroso

y ser amigo de etarras.

Aquí se acabó la gira,

¡malhaya quien la ideara!

Octubre de 2022

LUNA BANDOLERA

Ahora que todos parecemos

bandidos embozados

-y todas las muchachas

se imaginan bonitas tras la máscara-

vienes, Luna, y me asaltas,

osada bandolera,

velado el rostro con tu mascarilla

de etéreas nubes grises.

Los sueños o la vida, me reclamas;

los sueños no, te digo,

mejor toma la vida

que no me sirve, fútil, para nada.

Consuelo de los tristes,

monarca al otro lado del espejo,

toma la vida y llévame contigo

al ilusorio mundo de los sueños,

donde reinas sobre grillos y perros

y locos y poetas,

que te adoran y orbitan,

llévame ya contigo

lejos de odiosas guerras. 

PINOCHO ENAMORADO (DE SÍ MISMO)

Alejado del solar patrio apenas unos días -para ver con qué color se tiñen las desdichas en el lejano y profundo desamparo-, me figuro aterrizar, cuando regreso, en medio del desierto de Tabernas en lugar de Barajas; encuentro el país convertido en chungo plató de spot propagandísticos del Gobierno. El saloom, la barbería, la cárcel, la oficina de telégrafos…, todo pura fachada tras la cual sólo se encuentran los cuatro palos que la sostienen y esa sustancia propia del desierto que, como dijo el gran maestro Borges, está hecha para medir el tiempo de los muertos. Que eso somos políticamente.

Pedro el Grande intenta engañarnos del mismo modo en que Potemkin engañó a Catalina la Grande, con fastuosas fachadas detrás de las cuales no había nada; una gran mentira, como corresponde a un Gobierno presidido por un Gran Mentiroso.

400 euros dan para mucho” reza uno de sus eslóganes; y tanto, me digo, darán para satisfacer a algunos jóvenes tantos caprichos superfluos como privaciones de lo necesario provocarán en algunos ancianos, en tan injusta como exacta proporción matemática. La desvergüenza de este Gobierno no conoce límites. Los destinatarios de tan generosa derrama son exclusivamente jóvenes que accederán a su mayoría de edad en un año preñado de elecciones. Tiernos electores, pues; moldeables e impresionables, susceptible materia electoral.

Parece que Plutarco tenía toda la razón cuando afirmó que el primero que arruinó la soberanía del pueblo fue el primero que le obsequió con banquetes y reparticiones de dinero. Estamos, pues, ante un Gobierno que ha demostrado que no sólo es corruptor de instituciones sino que también es capaz de corromper personas y hasta el propio sistema democrático. Y lo peor no es sólo eso, a tal infamia corruptora hay que añadir el cinismo y la desvergüenza con que lo perpetra; esto es, disfrazando de virtud las canalladas, intentando colar por solidaridad su populismo, por transparencia su escamoteo y ocultación, por austeridad su lujos y despilfarros, su sectarismo por pluralidad, por democracia su despotismo y, en suma, por verdades sus mentiras.

Y por si todo ello no fuese suficiente, el déspota de la Moncloa da un giro de tuerca a su desvergüenza y egolatría y osa promover con recursos públicos, desde los órganos gubernamentales, la producción de una serie documental sobre su propia persona. Este Narciso enamorado de sí mismo se parece mucho al personaje de una novela de Tolstói, al que describía con rigor aritmético diciendo que sus capacidades, su valía real, constituían el numerador y la opinión que tenía de sí mismo el denominador, y hacía ya mucho tiempo que esta inconmensurable cifra había sobrepasado a la primera. Lo cierto es que este Pedro Narciso –dando nuevas muestras de desprecio a la ciudadanía- termina emulando a Franco. La docuserie debería titularse, pues, Sánchez, ese hombre. O, siguiendo con Plutarco, Sánchez-Franco, vidas paralelas. Pues viene siendo cosa frecuente en muchos de estos antifranquistas, surgidos como setas en la seguridad del postfranquismo, incurrir en comportamientos que vituperan por considerarlos propios del franquismo. Como dijo Pablo Iglesias, el Coletas no el tipógrafo, cabalgar contradicciones.

Creo no equivocarme si afirmo que ningún gobernante español ni antes ni después de Franco se ha atrevido a tanto. Los delirios de grandeza de este sátrapa que nos gobierna -y arruina- vienen siendo ya preocupantes. ¡Qué espantoso ridículo nos espera ante el mundo!

 

Octubre de 2022