Escribo esto con absoluta
desgana, invadido por el hastío y la náusea que me provoca el ineludible
contacto con los frutos podridos de un régimen corrupto, que ha logrado
impregnar con su fétida purulencia a una sociedad éticamente narcotizada.
Dejo, sin embargo, la apasionante
lectura y tomo con verdadero esfuerzo la pluma. Creo que cada cual está
obligado a hacer lo que pueda; aquí va, pues, mi pequeño grano de arena: no
callar; al menos, mientras nos quede la palabra.
Y, ahora que despedimos al
ominoso 2012, creo que es oportuno hacer balance de la labor de esa colmena de
zánganos, dizque gobierno, a los que tenemos más que sobradamente mantenidos
con nuestro esfuerzo y dinero. Nada más fácil, pues aparte de las antisociales
medidas tomadas contra la ciudadanía -y en especial contra los empleados
públicos-, este gobierno bicéfalo no ha hecho absolutamente nada. Eso es,
precisamente lo que caracteriza su acción de gobierno: el no-gobierno, el
desgobierno.
Este gobierno desde que tomó
posesión no ha hecho sino repartirse canonjías, mamandurrias, sinecuras,
enchufes, bicocas, chollos, prebendas, beneficios y coches oficiales. Este
gobierno no ha hecho sino repartir entre su clientela –ahora más numerosa- el
maná de la subvención, que garantice lealtades. Este gobierno es un repartidor;
de todo, menos de butano. Así las cosas, yo no lo llamaría bipartito sino
repartito; no un gobierno de dos partidos sino un gobierno de re-partidos.
Este gobierno autoproclamado
defensor del entendimiento y la concertación social no ha hecho otra cosa más
que encizañar, malquistar, confrontar y reverdecer la herida del
guerracivilismo que Zapatero (estigmatizado ahora por su propio partido, eso
sí, fuera de aquí, porque aquí siguen haciendo aquello por lo que en el resto
del país piden perdón) se encargó de reabrir.
Este gobierno cleptófilo,
adherido a la “ley de Mahoma” de la corrupción, conforme a la cual tan corrupto
es el que tapa como el que toma, no ha hecho otra cosa que tapar su mangancia
con la infame comisión García. Pieza que se estudiará en las facultades de
políticas de las democracias como ejemplo de parlamentarismo vil y genuflexo.
Aparte de eso y, por supuesto, de
la propaganda, en lo que se gasta más que el Corte Inglés, nada. Como decía un
viejo patricio en el Calígula de Camus, nada en ocho meses. Nada por la mañana
y nada por la noche. Basta ver el boletín oficial de la Junta de Andalucía,
popularmente “el boja”.
Quienes por oficio nos vemos
obligados a su lectura, nos asomamos a sus páginas con la misma predisposición
de ánimo con que los niños se asoman al brocal de un pozo negro y profundo: con
una mezcla de curiosidad y temor. Porque el boja lo mismo te depara la sorpresa
de una bajada de sueldo o un recorte de tus derechos y libertades –conforme al
programa de cubanización de Andalucía exigido por el partido que tapa en la
Junta, en andalú tapa-unta; o sea, Izquierda Un(g)ida-, como, por el contrario,
te regala con una de esas deposiciones (perdón, quise decir disposiciones) que
te hacen descojonarte.
A esta especie pertenece una de
las últimas deposiciones: la creación del Consejo de los Animales de Compañía.
Los animales de compañía, que por supuesto no habían quedado a salvo de la
voracidad intervencionista del régimen, no tenían, sin embargo, su Consejo. Aquí,
que hay consejo de relaciones laborales y de las otras, de comunidades
andaluzas en el espacio exterior, del agua, del fuego, del olivo, de la breva,
de la biodiversidad –no es coña-, del movimiento europeo –tampoco-, las
gallinas (¿acepta gallina como animal de compañía?) no tenían, empero, su
consejo.
Y aunque tarde, en honor a la
verdad, oportunamente. Pues cuándo mejor que en esta época navideña,
compitiendo con los estrenos de la Disney Productions, la St Telmo´s Factory
nos ha obsequiado con unas páginas inmortales. En esa jerga oficial del estilo
de “persona funcionaria”, amalgama paleto-feminista, vilipendio del idioma de
Cervantes, ha quedado reparado un injusto e injustificado olvido. Y, además,
por todo lo alto; pues el consejo tiene nada menos que 15 miembros, o miembras.
Y no vayan a creerse que lo forman segundones como Canelo o Tana, mi perro o su
gata, no señor, lo preside el mismísimo Rey León, y están Rintintín, Milú y
Reina, por el gremio canino; la zorra de Esopo; Bambi –por el psoe-; los tres
cerditos, en representación de los intereses sociales; y hasta el oso Yogui.
¿Qué no se lo cree? lea el boja.
En fin, ¿qué hacer para
sobreponerse a la náusea sino aprovechar con humor estas perlas que la incuria,
la desvergüenza y la estolidez de los escritores oficiales del régimen nos
ofrecen tan a menudo?
Max Estrella, cesante de
hombre libre.
Diciembre, 2012