Renuncio al recurso del “decíamos ayer”, majestuoso en
boca de Fray Luis, digno remedo en la de don Miguel de Unamuno, hoy rebajado a cursilería
vulgar en los discursos de tantos políticos y en las crónicas de plumillas, que
nunca los leyeron y, lo que es peor, jamás lo harán.
Aquí estamos de nuevo, después de habernos lamido las
heridas del 25M. El esperanzado anhelo, la enorme ilusión de la mejor parte de
la sociedad andaluza se trocó grisácea melancolía. Ningún beneficio personal
esperaban, aparte del deseo de respirar aire puro. Es ley de vida, la
insuficiencia de lo óptimo.
Andalucía desaprovechó una oportunidad histórica, que
no volverá a repetirse. Pero, ya lo he dicho en otras ocasiones, citando a
Hannah Arendt, sería un error olvidar que los regímenes totalitarios –y este
está impregnado profundamente de totalitarismo- mientras se hallan en el poder
se afirman con el apoyo de las masas.
La cantidad de libertad individual que un pueblo puede
conquistar y conservar está en relación con su madurez política, lo dice
Koestler en “el cero y el infinito”, y yo lo comparto a pies juntillas. El
pueblo andaluz ha exhibido durante las últimas décadas su inmadurez. Una
oligarquía decide lo que le conviene, y acepta mansamente porque es incapaz de
reconocer sus propios intereses. Así, la pobreza, el atraso cultural y el
inconmensurable drama del cáncer andaluz: el desempleo, se imponen a sus verdaderos
intereses. Además, corrompida por un totalitarismo dulce y provisor, a la
sociedad andaluza le falta lastre ético.
Pero nosotros sabemos, como el griego, que la vida es
cambio, y nada dura eternamente. Cayeron los totalitarismos más feroces. Cayó
el muro y caerá este régimen. La cuestión es saber si lo veremos. Probablemente
no. La historia tiene un pulso lento y cuenta
en generaciones… Así las cosas, me temo que ni siquiera nos será dado, como
a Moisés, contemplar desde la distancia la tierra prometida. Nunca paladearemos
el sabor de la libertad en Andalucía. Sin embargo, otros, tal vez no nacidos,
vendrán y conocerán un tiempo nuevo.
Ese es nuestro anhelo, que no ha cambiado: JUSTICIA Y
LIBERTAD, que queda reflejado en el título de estas páginas: “POR ANDALUCÍA LIBRE”.
Porque después del 25M se sigue tratando de eso, de la
lucha por una sociedad libre, frente a un régimen que, como todos los de su
naturaleza, desprecia la libertad individual, y aspira al control absoluto de
la sociedad, para someterla y corromperla, hasta en sus rincones más
recónditos. Por desgracia, aquí siguen teniendo vigencia las palabras de Dantón
ante el Tribunal de la Revolución: “¡Habéis puesto vuestras manos sobre mi vida
entera…! La tiranía está en pie, ha arrojado el velo, lleva la cabeza alta…”
Este régimen no sólo se sostiene –lo sostienen-, sino
que se ufana y levanta la cabeza. Y no sólo eso, se ha radicalizado; de un
lado, por exigencias tácticas de sus intereses partidistas: la confrontación
con el Gobierno de la Nación, la explotación del victimismo (que tan buenos
resultados depararon al partido durante el califato de Chaves); de otro, por
exigencias de su socio y, paradójicamente, parásito y sostenedor, cuya pulsión
totalitaria es mayor aún. Todo ello bajo la cobertura, dizque jurídica, de un
nefasto Estatuto, hijo bastardo del catalán, paradigma del neototalitarismo o
totalitarismo blando, que le sirve de coartada a su liberticida acción de
gobierno. ¡Ay de la sociedad donde la libertad se ha convertido en utopía!
Por eso nuestro compromiso tiene plena vigencia. Por
eso, aquí estamos.
Max Estrella, cesante de
hombre libre.
Septiembre, 2012