LA VOZ DE LA MANADA

A estas alturas de la Historia, nadie cuestiona que todas las ideologías impregnadas de totalitarismo comienzan por corromper el lenguaje. Lo señaló acertadamente George Orwell, incluso le dio nombre: neolengua.
         Digo esto porque hace poco tiempo leí algo que me dejó patidifuso. Leí que cierto famosillo nacional iba a ser padre mediante el recurso de la “maternidad subrogada”. Luego, los papeles han dado noticia de otros casos; y ya con el último (Una pareja gay, detenida por alquilar un vientre para ser padres; El Mundo) no he podido sustraerme a expresar mi opinión.
         Vaya por delante que no tengo nada en contra de la homosexualidad, ¡faltaría más! Como amante de la libertad, creo que cada persona debe ser dueña absoluta de su vida –máxime en lo concerniente a lo más íntimo-, sin más límites que el respeto a la libertad de los demás. A lo que me opongo es, precisamente, a lo contrario. A los ataques a la libertad, al adoctrinamiento y a la mentira; al todopoderoso –y muy millonariamente subvencionado- lobby LGBT que promueve rabiosamente la persecución de la libertad de expresión y de conciencia de cualquiera que ose cuestionar su dogma.
         Vivimos en una sociedad globalizada en la que un imbécil acuña un concepto carente de sentido y racionalidad -incluso frontalmente contrario a la razón- y una legión de borregos (comenzando por los creadores profesionales de opinión, tertulianos y especies afines) lo vocean sin someterlo al tamiz del juicio ni al más mínimo escrutinio. El balido del rebaño. O como decía, en El hombre que mató a Liberty Valance, el lúcido –y valiente, sí- editor del Shinbone Star, la voz de la manada.
         La expresión en cuestión -“maternidad subrogada”- constituye un oxímoron. Una contradictio in terminis. Es, en suma, una expresión absurda. Se ve que la estupidez humana no conoce límites.
         Estos ideólogos del relativismo ético, de la ética del consenso, de la ética de la conveniencia utilitarista, que practican la ingeniería social, ignoran hasta lo más elemental. Ignoran que hay acciones que necesariamente ha de hacer uno por sí mismo. Aquéllas que son por uno mismo o no son. Que no pueden ser transferidas ni delegadas en modo alguno, ni mediante ningún negocio jurídico, por imaginativo y creativo que éste resulte. La teoría jurídica hace tiempo que les dio nombre: actos personalísimos. Pero sobre todo, la Naturaleza se ha encargado siempre de poner las cosas en su sitio. Por eso, constituye una solemne estupidez hablar de maternidad subrogada, como lo sería –y, sin duda, a nadie se le ocurriría usar la expresión- hablar de defecación subrogada o copulación subrogada.
         Claro que, en el fondo, la cuestión esencial no es semántica, sino ética. El problema consiste en lo que se trata de esconder detrás de las palabras. La aterradora y vergonzosa realidad que esas dos palabras pretenden enmascarar: la cosificación de la persona. El comercio con seres humanos. Compraventa de personas. Hasta los antiguos romanos sabían que incluso hay cosas que deben estar fuera del comercio humano (Res extra comercium); aquí, ahora, vamos aún más lejos y no se respeta ni a las personas.
La estupidez no conoce límites, pero tampoco la desvergüenza e inmoralidad de quienes violentan la ley natural, ínsita en la razón. De quienes tratan de imponer –enmascarando la realidad- un modelo de sociedad contrario a la razón y a los derechos humanos.
Kant, en su Fundamentación para una metafísica de las costumbres, ya lo advertía: Una cosa es todo cuanto puede ser utilizado de un modo meramente instrumental, mientras que la persona existe como un fin en sí mismo, no simplemente como un medio para ser utilizado discrecionalmente por esta o aquella voluntad... Y sobre ello formulaba el siguiente imperativo práctico: “Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como un fin y nunca simplemente como medio”.
¡A dónde hemos llegado! ¡Pobre Kant!
¡Basta ya! O, al menos, que llamen a las cosas por su nombre.
Diciembre, 2016.

RATAS EMINENTES

William Faulkner, en su novela The Reivers (publicada aquí bajo el título La escapada), definía la inteligencia como la habilidad para adaptarse al entorno. Basado en tal premisa, sostenía que la rata era el animal más inteligente de cuantos conviven con el hombre. Decía: “Coloco primero a la rata sin el menor género de dudas. Vive en tu casa sin ayudarte ni a comprarla, ni a construirla, ni a repararla, ni a pagar la contribución; come lo que tú comes sin ayudarte ni a cultivarlo, ni a comprarlo y ni siquiera a meterlo dentro de la casa; no te puedes librar de ella; si no fuera porque practica el canibalismo hace mucho tiempo que habría heredado la tierra…
Siempre he pensado que Faulkner estaba muy acertado en eso de la inteligencia de la rata, pero tenía mis dudas respecto a su ubicación en el ranking. El BOJA vino el otro día a disiparlas. El BOJA dio a Faulkner la validación irrefutable. ¡Qué grande es el BOJA! ¡Qué manantial inagotable de erudición! Salomón lo hubiese envidiado.
Me encuentro entre sus páginas a lo más granado de la nomenklatura funcionarial del régimen -funcionarios de cámara- saltando de la secretaría general de la Agencia tal a la secretaría general de la Agencia cual, como trapecistas del circo de Manolita Chen (“acreditado artista del columpio”, bautizó a uno de ellos el único viceconsejero decente que he conocido). Cobijados como ratas en las cloacas de la bastarda administración paralela, plagada de ratas y cucarachas. Adaptados al entorno… de corrupción. Corrompidos. Usufructuando sus treinta monedas, sin ostugo ya de dignidad en sus médulas. Supervivientes incombustibles. A cubierto de la luz (su pregonada Tramparencia) y de la ética (“Si me comprometiera con la ética, no estaría trabajando aquí”, dijo una de ellos). Los voy descubriendo entre las páginas del BOJA del mismo modo en que se sorprende a las ratas cuando se retiran los trastos viejos en un desván polvoriento. Ratas ilustrísimas.
No digo nombres (es precisa la discreción, o la prevención, o el miedo, para sobrevivir en un régimen como este). Lo aconsejaba mi amigo Pericles (q.e.p.d.) con su sabia ironía grouchomarxista: "José Luis, no digas nombres..."
No abandonarán nunca el barco; no se verán obligados a hacerlo, porque este régimen durará más que ellos…y que nuestros nietos.
Es el sino fatal de un pueblo acomodado a la servidumbre y la limosna.

Noviembre, 2016.

EL RÉGIMEN INMOVILISTA

Quienes vivieron la transición recordaran que los más reacios al cambio entre los franquistas fueron bautizados –con justicia- como inmovilistas. Así, se hablaba entonces –con justo rigor, pues el DRAE define el inmovilismo como la tendencia a mantener sin cambios una situación política, social, económica o ideológica-  del inmovilismo como uno de los grandes obstáculos para la democratización del país.
Para no contradecir a Marx, que afirmó que la Historia se repite primero como tragedia y después como farsa, debemos ahora los andaluces padecer como farsa (la farsa de Ródope de Triana) el inmovilismo del régimen socialista que nos pastorea.
Realmente nada cambia (a mejor) en este régimen inicuo. Después de 35 años, aquí nada cambia. San Parménides, patrón del régimen andaluz. Mil veces hemos escrito sobre las “virtudes” que lo caracterizan: el populismo antisocial, la demagogia, el cinismo, el clientelismo, el nepotismo, el rencor, la confrontación social, el revanchismo, la represión… Tenemos un menú degustación en el proyecto de ley de presupuestos que han enviado al Parlamento. Veamos:

POPULISMO ANTISOCIAL: La Exposición de Motivos del proyecto describe una situación económica en Andalucía que nada tendría que envidiar a la feliz y próspera Arcadia. Semos lo mejón. Europa nos envidia (con perdón). Pues bien, en este paraíso la Junta mantiene para el año próximo una congelación salarial a sus 250.000 empleados. Octavo año triunfal de recortes -¡anatema!- (perdón, ya sé que en Andalucía no ha habido recortes; quise decir “aplicación temporal, pasajera, leve y transitoria de medidas para estabilizar la coyuntura en beneficio de los andaluces y las andaluzas y corregir las pérfidas disposiciones del diabólico gobierno de la derecha”). Pues eso, después del zapaterazo de 2010 (pues no ha de olvidarse que fue el socialista Zapatero el que bajó los sueldo de los empleados públicos y las pensiones de los pensionistas  –único caso en la historia patria; puro socialismo español, mú de izquierdas-) que nos llevó a los niveles salariales del año 2005, seguimos como entonces. El progresista y social gobierno susanista no devuelve a sus empleados ni un céntimo de lo expoliado. Aunque, como dicen, Andalucía esté mejor que Europa.

DEMAGOGIA Y CINISMO: No sólo no han devuelto lo que ya en todo el Estado han recuperado los demás: la paga extra de 2012 y los días de vacaciones, sino que ofenden descaradamente la inteligencia de sus súbditos (sí, súbditos; aquí no hay ciudadanos). Se atreven a decir lo siguiente: “Continuando con el proceso ya iniciado de recuperación de los derechos suspendidos por la Ley 3/2012… SÓLO se mantendrán las medidas contenidas en los artículos 6, 12,13,14,15, 16, 17, 18, 19, 20, 21…” etcétera, hasta el 33; es decir, todas las contenidas en el capítulo III de dicha Ley o, dicho de otro modo, todas las relativas a los recortes de derechos de los empleados públicos, a excepción de la prevista en el artículo 25 concerniente a la jornada de trabajo. Jajajaja, SÓLO… Genial, irresistible Ródope.

CONFRONTACIÓN, SECTARISMO: Respecto a la restauración de la jornada de 35 horas, establecida por Decreto Ley 5/2016 (violando, por cierto, la Constitución y el Estatuto de Autonomía que atribuyen el poder legislativo al parlamento) constituye un brindis al sol. Y, lo que es peor, está dictada sólo con el ánimo de confrontar con el gobierno central. En el más puro estilo chavista (en honor de don Manuel, que instituyó y practicó con sin par maestría esta forma de hacer política; por algo era la gran cabeza del Partido) la Junta no ha tenido escrúpulo alguno en usar a los empleados públicos como instrumento para la confrontación, lo que, como es natural, les importa un carajo.
                Lo cierto es que ningún derecho de los arrebatados en virtud de la citada Ley 3/2012 ha sido restituido en su integridad a los empleados de la Administración andaluza. Ni siquiera aquéllos que ya han sido objeto de restitución en otras administraciones públicas, como la paga extra de 2012 o los días adicionales de vacaciones.

DECISIONISMO TOTALITARIO, CLIENTELISMO Y NEPOTISMO: El régimen persiste en la práctica generalizada de lo que la doctrina científica ha dado en llamar la “huída del derecho administrativo”. Es decir, trasladar a entidades regidas por el derecho privado (aunque su personificación sea pública) la gestión de los servicios públicos que antes prestaba la Administración pública a través de sus propios órganos y con sujeción al derecho administrativo, que garantizaba el control de legalidad, oportunidad y eficiencia en la actuación administrativa. Esto, aunque a la trianera Ródope se le llene la boca hablando de “lo público”, es justamente lo contrario: entraña una privatización de los recursos y de la gestión de los servicios públicos. La denominada “Administración paralela” sigue engordando en los presupuestos de la Comunidad Autónoma, a costa y en detrimento de la Administración legítima.
Y no sólo eso, con el cinismo que les caracteriza, bajo el argumento (excusa) de clarificar la situación de los directivos de los numerosos chiringuitos de la administración paralela, se atreven (verdaderamente son geniales en sus inventos) a establecer un sistema dual (bicéfalo) de dirección: “máximos directivos” y “directivos profesionales”. Este dualismo es revelador de un concepto patrimonialista de la Administración. Los titulares de cualquier órgano de la administración, sea de la Administración general o de sus entidades instrumentales, desempeñan una función profesional. Su selección he de regirse necesariamente por los criterios de mérito y capacidad; es decir, de competencia técnica. Y su desempeño ha de obedecer al único criterio de servir con objetividad los intereses generales (que por cierto es lo que dice la ley, aunque no lo cumplan; ni tampoco los jueces les obliguen a hacerlo).
                El modelo que el régimen pretende imponer –además de técnicamente indefinido y opaco, favorecedor del decisionismo; pues, ya se sabe que a río revuelto…- remite a la idea de “directivos políticos” y “directivos profesionales”. Remite, como hemos dicho, a un concepto patrimonialista de la administración en el que el partido gobernante se garantiza y se arroga el derecho a designar a una especie de “comisarios políticos” en las entidades instrumentales (“máximos directivos” se designan en la Exposición de Motivos), que supervisan y dirigen la labor de los “directivos profesionales”
                Totalitarismo puro, que no tiene cabida (en la teoría, que sí en la praxis, como vemos y padecemos) en un modelo constitucional como el nuestro.
En suma, el régimen da una vuelta de tuerca en su joya de la corona (que no es la sanidad prehistórica -76 millones de años de antigüedad-) sino la administración paralela; y aquilata un sistema que fomenta el totalitario decisionismo político, la opacidad, el oscurantismo, el clientelismo y el nepotismo y que, obviamente, resulta contrario a la justicia, la racionalidad jurídica, la objetividad y la transparencia.

REVANCHISMO, REPRESIÓN, REPRESALIAS, DEPURACIÓN: esto no viene en el proyecto de ley de presupuestos, es la práctica cotidiana de un régimen corrupto e ineficaz. Es lo que sucede entre las bambalinas de esta grotesca, pero trágica, representación; y que, obviamente, el público no ve. Pero debe saber; no quedará la cosa porque callemos.
Este régimen es brutal, despiadado, cruel e implacable con todo aquél que no se pliega a sus trapicheos. Y más aún, si amén de no plegarte, denuncias su corrupción. Yo sé muy bien de lo que hablo. “Es que no te doblegas” -me decían- “Esto podría perjudicarte; no escribas tanto, que es malo para tu salud; o escribe novelas...” Y, porque lo sé y lo he padecido y lo padezco, puedo hablar y no me callarán.
Ser competente en esta Administración de directivos inútiles y servilones es un baldón; ser íntegro y honrado en una charca pútrida un pecado imperdonable. Un régimen tan corrompido no tolera ninguna forma de virtud.
Del mismo modo que en el cuarteto de Schubert “La muerte y la doncella” la Muerte trata de seducir a su víctima primero con halagos, con sugerencias luego y con insinuaciones y perífrasis y, por último, con abiertas amenazas, así actúa el régimen con los funcionarios que osan defender el interés general antes que el del partido (“el interés general de mi Partido”, Chaves –don Manuel- dixit) y obedecer la ley antes que al déspota.
Ahora le ha tocado el turno a un amigo (Luis, permíteme que así te llame). Hombre íntegro, inteligente, competente y buena persona. Por eso, amigo; si no fuera así no lo sería. Luchador incansable contra la corrupción, ha elegido servir a sus principios antes que a sus conveniencias; ser fiel a su conciencia antes que a su interés. Sigan su ejemplo algunos.
Claro que este estado de cosas no sería posible sin la colaboración necesaria de quien ahora lo sostiene y calla: el partido Ciudadanos. Tomen nota.
Noviembre, 2016.

JUSTICIA POÉTICA

Entre las primeras lecturas de mi infancia de las que aún guardo un grato y vivo recuerdo están las fábulas de Samaniego, en edición bellamente ilustrada -que hube de prestar a casi todos mis amigos para hacer calcos y trabajos de marquetería-, “El piloto misterioso” de Zane Grey, y un libro de poemas de Rubén Darío.
De las fábulas aún recuerdo algunas en su integridad y unos pocos versos de las moralejas de otras; del libro de Zane Grey, sólo la valentía y la audacia de la policía montada del Canadá -a la que de inmediato aspiré a pertenecer- y la nieve. Mucha nieve. Y de los poemas infantiles de Rubén Darío, pues, aparte del celebérrimo A Margarita Debayle, el que reproduciré a continuación.
Este poema tiene su historia y su polémica. Se trata de la paráfrasis de una fábula de Antoine Houdard de la Motte (París, 1672-1731) titulada Le fromage (el queso); eso ya no se discute. Aunque en un primer momento se pensó que era original de Rubén Darío, después se supo que la obra original era de De la Motte. Pero no quedó ahí la cosa, hace unos cuantos años un investigador salvadoreño dijo haber descubierto en los sótanos de la Biblioteca Nacional de El Salvador el poema “Un pleito”, ¡sólo que escrito por el poeta aragonés Rafael Torromé (1861-1924)!. En fin, que el asunto está envuelto en la polémica; aunque para mí -por fuertes razones sentimentales-, sea quien sea el autor verdadero, el poema será de Rubén. En todo caso, como dijo uno a propósito de la polémica: “¡Imagínense! ¡Tanto pleito! ¡Y todo por un queso!”
Bueno, a lo nuestro, la divertida fábula anticipó lo que sería la justicia española de los tiempos que nos ha tocado vivir y padecer, que disfruten:
Un Pleito
Diz que dos gatos de Angora
en un mesón se metieron
del cual sustraer pudieron
un rico queso de bola.

Como equitativamente
no lo pudieron partir,
acordaron recurrir
a un mono muy competente;
mono de mucha conciencia
y que gran fama tenía,
porque el animal sabía
toda la Jurisprudencia.

—Aquí tenéis -dijo el gato
cuando ante el mono se vió-
lo que este compadre y yo
hemos robado hace rato;
y pues de los dos ladrones
es el robo, parte el queso
en mitades de igual peso
e idénticas proporciones.

Aquel mono inteligente
observa el queso de bola,
mientras menea la cola
muy filosóficamente.

—Recurrís a mi experiencia
y el favor debo pagaros,
amigos, con demostraros
que soy mono de conciencia;
voy a dividir el queso,
y, por hacerlo mejor,
rectificaré el error,
si hubiere, con este peso.

Por no suscitar agravios,
saca el mono una balanza
mientras con dulce esperanza
se lame un gato los labios.

—Haz, buen mono, lo que quieras
-dice el otro con acento
muy grave, tomando asiento
sobre sus patas traseras-.

II

Valiéndose de un cuchillo,
la bola el mono partió,
y en seguida colocó
un trozo en cada platillo;
pero no estuvo acertado
al hacer las particiones,
y tras dos oscilaciones
se inclinó el peso hacia un lado.

Para conseguir mejor
la proporción que buscaba
en los trozos que pesaba,
le dio un mordisco al mayor;
pero como fue el bocado
mayor que la diferencia
que había, en la otra experiencia
se vio el mismo resultado,
y así, queriendo encontrar
la equidad que apetecía,
los dos trozos se comía
sin poderlos nivelar.

No se pudo contener
el gato, y prorrumpió así:
—Yo no traje el queso aquí
para vértelo comer.

Dice el otro con furor,
mientras la cola menea:
—Dame una parte, ya sea
la mayor o la menor;
que estoy furioso, y arguyo,
según lo que va pasando
que, por lo nuestro mirando,
estás haciendo lo tuyo.

III

El juez habla de este modo
a los pobres litigantes:
—Hijos, la Justicia es antes
que nosotros y que todo.

Y otra vez vuelve a pesar
y otra vez vuelve a morder;
los gatos a padecer
y la balanza a oscilar.

Y el mono, muy satisfecho
de su honrada profesión,
muestra su disposición
para ejercer el Derecho.

Y cuando del queso aquél
quedan tan pocos pedazos
que apenas mueven los brazos
de la balanza en el fiel,
el mono se guarda el queso
y a los gatos les responde:
—Esto, a mí me corresponde
por los gastos del proceso.
Octubre, 2016

FRIVOLIDAD Y ESPECTÁCULO

Hace ya muchos años en uno de los libros sapienciales de la Biblia –atribuido al sabio rey Salomón- se ponía de manifiesto la tremenda inconsistencia de las cosas mundanas: “…omnia vanitas”. También la mitología registró la evidencia, para aviso y amonestación de los cándidos mortales.
La sentencia alumbraba –por contrapunto- un fin trascendente: “…el hombre y la bestia tienen la misma suerte…en nada aventaja el hombre a la bestia, pues todo es vanidad…¿Quién sabe si el aliento de vida de los humanos asciende hacia arriba…?
Hoy, tres mil años después, la humana condición ha conseguido superar a las bestias…en su animalidad. Hemos conseguido rebajar la futilidad de los humanos afanes a mera frivolidad y espectáculo chungo. Las bestias no pueden ya igualársenos.
Vivimos una vida banalizada (“vanalizada” leí el otro día en una sentencia del Tribunal Supremo. ¡Oh, témpora…!) La moderna ingeniería social –con su ética del relativismo, el pensamiento único y el correctismo político- está ganando la batalla del adoctrinamiento de las masas. Los medios de comunicación de masas -¡qué cabal el concepto!: masas”- se han encargado, por su parte, de convertir la vida en espectáculo. Esa es su contribución y su papel en el modelo que se nos impone, impregnado de totalitarismo hasta la médula.
Ya no hay espacio para el individuo. Ni libertad. El poder ha invadido toda privacidad y toda individualidad es encorsetada en el colectivismo. El poder –y sus medios de comunicación de masas- dictan ya hasta los sentimientos. Todo es corrupción. Nada queda ya íntegro. No hay espacio ni siquiera para el sufrimiento.
El sufrimiento convertido en show. A nadie conmueven ya los dramas de los desdichados, servidos como un plato más a la hora del telediario. Los cadáveres de los niños sirven de entretenimiento a los ociosos y de reclamo publicitario a los filántropos mercaderes de las ONGs. ¡ONG! Mienten hasta en el nombre estas organizaciones mercantiles que alimentan sus burocráticas estructuras con los fondos gubernamentales. La solidaridad ya no existe. Tampoco los voluntarios, ahora mercenarios o, si acaso, necesitados trabajadores explotados por la oligarquía filantrópica. Las burocráticas multinacionales de la filantropía han corrompido la compasión. Espectáculo y negocio.
Y, por supuesto, en la política encontramos lo peor. Si algo hay hoy en la política patria es eso: frivolidad y espectáculo. Y negocio. Claro que para que hubiese nobleza en la política sería preciso que los sujetos fuesen ciudadanos, no masa. La democracia requiere ciudadanía soberana, no rebaño pastoreado. La democracia, pues, no existe, al menos aquí. Es pura ficción, embeleco.
Y ya lo que nos faltaba, el premio Nobel de literatura a Bob Dylan. ¿Qué quedará pronto que ennoblezca lo humano?
Tal vez por eso, cada vez me gustan más los perros.

Octubre, 2016.

EL DÍA DESPUÉS

Se acuesta el país conmocionado por el esperpéntico –¡qué nuestro es el esperpento!- espectáculo de la irresistible ascensión de Pedro Estornudo y su inevitable caída. Los medios, que dictan a las masas no sólo la opinión sino el sentimiento, hacen en estas horas todo lo posible para conturbar el ánimo del rebaño. Como si estuviésemos de luto. Una noble excepción, sin embargo, la de Fernando Sánchez-Dragó, que celebra la eterna juventud con ocasión de su octogésimo cumpleaños y que termina con una cita de Jung: La vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir. ¡¡¡Felicidades!!!

Le alabo el gusto; y a Fray Luis me atengo:
Un no rompido sueño,
Un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de quien la sangre ensalza o el dinero.

Despiértenme las aves
con su cantar suave no aprendido,
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
quien al ajeno arbitrio está atenido.

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas sin testigo
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
A la sombra tendido
de yedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce acordado
del plectro sabiamente meneado.

Y a Machado:
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
...
Que así sea.

Octubre, 2016.

OLVIDADIZOS Y OLVIDADOS

 El otro día contaba el periódico que el presidente de México, Enrique Peña Nieto, había plagiado el 30 por ciento de su tesina. El aludido se defendía diciendo que no se trataba de un plagio sino de un error de estilo: había olvidado entrecomillar los párrafos escritos por otros y, desde luego, citar a sus autores. Esto me llevó a reflexionar sobre un tema que ya no me depara sorpresa alguna: la condición humana.
¿Somos descuidados y poco rigurosos en nuestros asuntos o, por el contrario, lo que sucede, más bien, es que nuestra vanidad y egolatría nos domina? ¿Son memos los políticos o lo que sucede, más bien, es que su arrogancia es tan grande que ya no se molestan en disimular el desdén que nos profesan?
Las preguntas, obviamente, son retóricas; reconozco que la misantropía crece en mí en la misma proporción que mis años. Pronto llegaré a ser como Mark Twain –según cuenta Borges en “Otras inquisiciones”-: “Yo no pregunto de qué raza es un hombre; basta con que sea humano. Nadie puede ser nada peor.”
Pero, volviendo al tema, lo cierto es que este venial desliz ético se da con demasiada frecuencia. A lo largo del tiempo y en todos los campos de la actividad humana. Mostraré unos ejemplos que nos van a sonar:
Empecemos por Joaquín Sabina; autor de la letra de una de sus bellas canciones titulada “El Café de Nicanor”, dice en un fragmento de la misma:
“…y el último disparate
de Nicanor,
que cuando le preguntaron
si había estado enamorado,
como es un hombre sincero,
“yo, no señor -contestó-,
yo siempre fui camarero
Buenísimo, ¿verdad? Pues bien, la cuestión es que no es de Sabina sino de alguno de los guionistas (W. Miller y Samuel G. Engel) o, tal vez, de alguno de los autores (Sam Hellman o Stuart N. Lake) de las obras literarias en que estaba basado el guión de la genial película de John Ford “Pasión de los fuertes”. En ella hay una secuencia en la que el celebérrimo sheriff Wyatt Earp (Henry Fonda), acodado en la barra del bar le dice al barman (J. Farrell McDonald):
“Mac, ¿nunca has estado enamorado?”, y éste adusto le responde sin dejar de secar los vasos recién fregados: “No señor, he sido camarero toda mi vida.”
Otro ejemplo: Hizo fortuna la frase que en la película “El Padrino” (1972) sentencia Michael Corleone: “No es nada personal, sólo negocios…” Todo el mundo la conoce y seguramente  son  incontables las veces que en los más diversos ámbitos la hemos oído repetir. Sin embargo, la frase ni es de Corleone ni de Coppola ni de Mario Puzzo (coguionista y autor de la novela) sino de la película de George Cukor “La impetuosa” (1952), con Spencer Tracy y Catherine Hepburn. ¿Homenaje de Coppola a Cukor?; puede ser, pero, en tal caso, nadie se enteró, tal vez ni el propio homenajeado.
Y a quién no le suena este saludo: ¿Cómo están ustedeeeeeees……? Lo conocen, ¿verdad? Incluso es probable que en alguna jocosa ocasión lo hayan soltado. Y con toda seguridad habrán pensado ustedes en los famosos payasos Gaby, Fofó y Miliki, los llamados “payasos de la tele”; y tendrán por suyo dicho saludo, que tuvo tan buena acogida y tanto éxito, que ya siempre les acompañó y hasta sirvió para dar nombre a sus discos y espectáculos. Pues bien, el famoso saludo no era de los “payasos de la tele” sino del más célebre payaso de Inglaterra de comienzos del siglo XIX: Joseph Grimaldi. Este fue quien acuñó la frase que hizo, por demás, fortuna en su época. Eso, al menos, es lo que cuenta Wikie Collins en su novela “La pobre señorita Finch” (1872).
Lo cierto es que, como dijo el sabio en el Eclesiastés, no hay nada nuevo bajo el sol.
Tal vez, en un remoto tiempo o en un recóndito lugar o en uno de esos fantásticos mundos paralelos tan caros a Borges y a Bioy Casares, y a la desconcertante ciencia cuántica, alguien ya escribió o esté escribiendo: “El otro día contaba el periódico que el presidente de México…”
Agosto, 2016

EL TIEMPO NO SÓLO MATERIA DELEZNABLE

Materia deleznable. Borges lo dijo. Pero no es esa, precisamente, la propiedad que más lo caracteriza. Por el contrario, algo menos inconsistente y volátil  constituye el principal atributo del tiempo: su poder corrosivo y destructor.
Desde los remotos tiempos del mito, el hombre fue consciente -y temeroso- de ello. Así, la propia personificación del Tiempo: un dios terrible, devorador de sus propios hijos.
Nada respeta el tiempo. Ni siquiera la hermosura -a despecho de la sabiduría cervantina, expresada por fauces caninas, que sentenció que es prerrogativa suya que siempre se le tenga respeto-. La belleza que todo lo redime -que así es la condición humana- no halla, sin embargo, sosiego cuando el tiempo pone sus ojos en ella.
Shakespeare lo supo y lo cantó en alguno de sus inmortales sonetos:
Cuando cuarenta inviernos pongan sitio a tu frente
y hondas zanjas los campos de tu belleza crucen…”;
“…pues el tiempo, incesante, al verano conduce
hacia el odioso invierno y lo aniquila en él…”
Ni el sentimiento más excelso –si hacemos caso a Góngora:
De pura honestidad templo sagrado (…)
fue por divina mano fabricado (…);
soberbio techo, cuyas cimbrias de oro (…)
ídolo bello, a quien humilde adoro,
oye piadoso al que por ti suspira,
tus himnos canta, y tus virtudes reza.”-
se libra de las garras inclementes del tiempo. Digo, obviamente, el amor. Quevedo, más experto que don Luis en esas lides, creo, lo vio con claridad: “al amor si no lo aniquila la  hambre lo mata el tiempo.”
Y qué decir de la Justicia. Aspiración ancestral e irrealizable. Para Aristóteles (aunque es probable que la frase fuese de Píndaro,  al que no citó) la salida y la puesta del sol no eran tan dignas de admiración; pues bien, el tiempo ultraja la Justicia hasta desnaturalizarla y convertirla, incluso, en injusticia. Conocido es el aforismo “Justicia diferida es Justicia denegada”. Incluso el emperador Domiciano, hombre cruel hasta con las moscas -según cuenta Suetonio-, consciente, sin embargo, de tal cosa, mandó que el pleiteante que prorrogase el pleito más de un año fuese de roma públicamente desterrado. Esto, al menos, es lo que refiere Antonio de Guevara en su “Menosprecio de corte y alabanza de aldea” (y, aunque no es exactamente así, se aproxima mucho a lo que escribió Suetonio: que Domiciano administró justicia con diligencia y absolvió a todos los acusados cuyo nombre hubiese sido fijado en las puertas del erario público con anterioridad a los últimos cinco años y no permitió que fueran procesados de nuevo, a no ser dentro de aquel mismo año…). Sea o no así, lo cierto es que si algo caracteriza al tiempo es su devastadora naturaleza. El tiempo todo lo corroe, hasta lo más noble –si es que algo elevado, aparte de las artes, puede haber siendo humano-. Todo lo estraga el tiempo. Juan Boscán lo dijo bellamente:
El tiempo en toda cosa puede tanto,
que aun la fama por él inmortal muere;
no hay fuerza tal que el tiempo, si la hiere,
no le ponga señal de algún quebranto.
Y también Borges, que se ocupó extensamente del asunto en poemas y ensayos -hasta el punto de escribir la “Historia de la eternidad”-, lo sintetiza en un par de versos de su genial poema “El reloj de arena”: …todo lo arrastra y pierde este incansable/ hilo sutil de arena numerosa
Pero no quiero hoy hablar de lo evidente. El tiempo posee otras propiedades menos explícitas. El tiempo goza de una extraña cualidad reparadora, revitalizante y redentora.
El tiempo que todo lo destruye y corroe es, paradójicamente, paladín de pusilánimes, sostenedor de inicuos y redentor de réprobos. Y es que la paradoja es la sustancia del tiempo; que lo diga, si no, la ciencia moderna desde Einstein.
El tiempo que se alimenta de desdichas, defeca paradojas.
Aquí, por desgracia, no han faltado los que han sabido aprovecharse de ello. Digo entre los políticos; tan espabilados cuando se trata de lo suyo. Es de dominio público que entre las armas secretas de Franco (el brazo incorrupto de santa Teresa y la bruja Mersida) ocupaba lugar preeminente el cajón de los asuntos entregados al cuidado reparador del tiempo. Rajoy, como es registrador, lo supo y, como alumno aplicado, lo practica. También nuestra esperanza de Triana, aunque menos ilustrada más lista. Pero sobre todos ellos, el que más provecho está sacando de esta paradoja es, sin duda, Pedro Estornudo (no confundir con el escribano cervantino de Daganzo), me refiero a Pedro Snchz, líder del PSOE. Como Franco, ha confiado al tiempo la solución de sus problemas. De su principal problema: su supervivencia. Sabe que mientras no se oficie el funeral y se celebre el sepelio el cadáver estará de cuerpo presente. Esa es su salvación.
Pedro Estornudo es un cadáver insepulto. Un difunto muy vivo, sin embargo. Aunque, como tal, apesta. Por eso no hará nada y todo su afán consistirá en que nada se lleve a cabo.
¡Ay, el tiempo y sus puñeteras paradojas!
Agosto, 2016

MEMORIAS APÓCRIFAS

Refiere don Latino que estando con Max tomando un Rute en ca Pica Lagartos, en la calle de la Montera, oyó la siguiente conversación que mantenían unos que jugaban al mus en la mesa de al lado. Eran los musolaris un guindilla grande y fortachón, propenso a la rijosidad, con fama en el barrio de manso y bonachón, un matasanos de la beneficiencia, con más humanidad que un picador en buen año y que debía más muertos que Billy el Niño, un plumilla del Buey Apis, de ojos pequeños y cara de malas pulgas y un empleado del fielato de Vallecas, aficionado a la tipografía y un tanto enteraillo:


EL GUINDILLA: Pa mí, en mi poca ignorancia, que esa tía es colega de La Lunares.
El EMPLEADO DEL FIELATO: ¿Por qué lo dices?
EL GUINDILLA: Porque hace un momento estaba ahí, en la puerta de la taberna, enseñando hasta la “ramailla” del culo.
EL PLUMILLA: ¿Ahí, sin más, coram populo?
EL GALENO: ¿Coram populo? No entiendo eso, yo soy un hombre lerdo.
El GUINDILLA: ¿Qué dice que es?
El DEL FIELATO: ¡¡Un cerdo con ele!!

Agosto, 2016

2. EPIGRAMAS, RECUERDOS, SUEÑOS Y OTRAS DIVAGACIONES

Refiere Cicerón en uno de sus libros de la villa de Túsculo un pasaje de Heráclito –también mencionado más tarde por Diógenes Laercio en sus Vidas de Filósofos- en el que éste recriminaba duramente a los efesios haber expulsado a Hermodoro de la ciudad. Según cuenta, al exiliar a Hermodoro los efesios se expresaron así: “Ninguno de nosotros sobresalga sobre los demás; pero si alguien sobresaliera, vaya a otro lugar y viva con otros.
En la Andalucía del siglo XXI, la de la enésima modernización, la California del Sur, la que ya no reconoce ni la madre que la parió –Rivera dixit, emulando a Guerra, después de convertir a Ciudadanos en sostén indecoroso del Régimen-, sucede lo mismo que en el Éfeso del siglo VI a.C.: los sobresalientes han de irse, no hay aquí lugar para ellos.
Sabido es que el socialismo patrio –como todas las ideologías impregnadas de totalitarismo- promueve la mediocridad y odia la excelencia en los individuos. Aquí lo que destaca se tapa con el manto de la igualdad, como hacían los efesios hace 27 siglos.
Por otra parte, este régimen inicuo, en su orwelliana neolengua, celebra anualmente en su propaganda el “éxito educativo” (hesito educatibo, según los jerarcas de la consejería –conserjería- de Educación), exalta la excelencia y presume de la repatriación del talento mientras, con sus actos, aprueba en los despachos a los suspensos, fomenta la mediocridad y expulsa el talento fuera de nuestras fronteras.
Francamente, no sé qué es peor: si promover la mediocridad o practicar el cinismo con tanto descaro y desvergüenza.

Julio, 2016

EPIGRAMAS, RECUERDOS, SUEÑOS Y OTRAS DIVAGACIONES




El otro día, en un ataque instintivo de compasión, recomendé a uno que tuviera fe en la Justicia.


¡Cuánto daño puede hacer la falta de reflexión!

LA CUENTITUCIÓN ESPAÑOLA

Ningún observador atento podrá negar que en este país seguir las tertulias políticas -presentes, sin excepción, en todos los medios de comunicación de masas- constituye el acto supremo de participación democrática. Y el único. Y no, ingenuo y desocupado lector, no se me olvidan las urnas; pero ¿acaso puede usted elegir a los que ha de votar?
Las tertulias, pues; otra cosa no queda, si le interesa saber hasta dónde puede llegar la estupidez humana. Es el caso que de un tiempo a esta parte viene oyéndose en éstas el runrún incesante sobre la necesidad o no de una reforma constitucional. Y no estaría mal el debate si no fuera –otra vez- porque está desenfocado y sesgado. La cuestión fundamental está, en primer lugar, en diagnosticar el origen del mal. Y es aquí donde, a mi juicio, se yerra.
Luego, en segundo lugar –y ahí sí entraríamos en el tema de la reforma- tal vez nos convendría, entre otras cosas, cambiar al que, en 1978, elegimos garante de la Constitución y, por tanto, de nuestros derechos y libertades. Hace tres años escribí sobre el tema (¿Quién debe ser el guardián de la Constitución?), no voy, por tanto, a repetirme. Considerando que los miembros del Tribunal Constitucional son designados por el Gobierno y por el Parlamento  -es decir, por la oligarquía partidaria-, sólo repetiré unas palabras de Kelsen: "sólo una cosa parece estar fuera de discusión, algo que es de una evidencia tan primaria, que casi parece innecesario destacarla... que el control de la constitucionalidad... de los actos del Parlamento o del Gobierno... no pueda ser transferido al órgano cuyos actos deban ser controlados... Pues sobre ningún otro principio jurídico se puede estar tan de acuerdo como que: nadie puede ser juez de su propia causa".
Pero volviendo a lo primordial, el problema no está en la Constitución sino en su falta de cumplimiento y en su aplicación torticera y depravada.
Ya lo he dicho –como casi todo; y, como casi todo, ya estaba dicho por otros-, la Constitución es papel mojado, desde el primero al último de sus artículos. Para lo que vale, mereciera haber sido escrita en un rollo de papel higiénico o en las servilletas que los padrastros de la patria emplearon sin duda a centenares para limpiarse los hocicos de tanta grasa de lechón y jabalí, como se metieron en el parador de Gredos. Y aún mejor hubiese sido, si después el viento las hubiese esparcido por toda la piel de toro patria –como ocurría con los augurios de la Sibila de Cumas- y el azar se erigiera así en legislador caprichoso. Justicia poética.
Y es que, después de meter las narices en la Memoria del Tribunal Constitucional recientemente presentada, la indignación me toma y vuelve a mí el sentimiento de que nuestro sistema político no es sino una gran farsa, un cuento –no precisamente contado por un loco, lleno de ruido y de furia, como dijo Faulkner- sino por unos listillos que pretenden hacernos creer que esto es una Nación, que el rebaño manda –perdón, quise decir Pueblo-, que elegimos a nuestros gobernantes, que gozamos de derechos y libertades públicas y que, por si acaso, instituciones incorruptibles los garantizan y aseguran frente a abusos o incumplimientos. Pura ficción. Cuentos.
No quiero agobiar con cifras. Sólo un dato: el 99 por ciento de los recursos de amparo no son admitidos a trámite. Y del 1 por  ciento admitido sólo la cuarta parte son estimados; o sea, un 0,25%. Según estos datos, parece que vivimos en el País de las Maravillas, que no hubiera aquí ningún poder público que actuara arbitrariamente y que los derechos y libertades de los ciudadanos fueran exquisita y escrupulosamente respetados. Y es que, probablemente, el público no sabe que el TC no está ahí para garantizar sus derechos. Eso es lo que nos han hecho creer. Y esconden y callan.
Hasta los perros saben que en este país las leyes –empezando por la Primera- valen menos que sus orines; y que la justicia sólo es accesible a los pobres y a los ricos. Unos porque pueden pagarla, otros porque se la pagamos los que precisamente no podemos acceder a ella: la inmensa clase mediocre –que no media- de este país, los trabajadores asalariados. La Justicia –y en eso parecen estar también de acuerdo todos los partidos- es uno de esos servicios públicos que has de pagar dos veces. Una, lo necesites o no, con tus impuestos; y, otra, cuando lo necesites, con las tasas y costas, etc… Como casi todos los demás: la sanidad, la educación, las infraestructuras…; hasta para cobrar pensión de jubilación nos recomiendan ya las autoridades que suscribamos un plan privado de pensiones. Más cuentos.
¡Y luego quieren que les votemos!
Mi voto, con el permiso de León Felipe, es este: No me contéis más cuentos, me sé todos los cuentos…
Junio, 2016.

EXHORTACIÓN A LOS INGENUOS

Estamos hartos de advertir a los ingenuos, en una especie de letanía pagana, que abandonen toda esperanza de cambio en la política española. La política en este país está concebida –usando la expresión acuñada por Spinoza- “sub specie aeternitatis”, es decir, como aquello en lo que el tiempo jamás provoca cambio alguno. La viva refutación de Heráclito y cuantos le siguieron. Aquí, la dialéctica de Hegel le hubiese valido a éste ser contratado en el Club de la Comedia. Y no me explico que, con tantos marxistas (carlistas, no grouchistas) como aquí tenemos, no hayan mandado a Marx y Engels a los albañiles, el materialismo dialéctico a la mierda y luego se hayan suicidado. Aquí, en la política, nada cambia por la naturaleza de las cosas. Aquí los cambios siempre se han hecho del mismo modo que la morcilla: con sangre. Lo demás, las más de las veces, ha quedado reducido a ligeras variaciones. Ahora no va a cambiar la cosa.
De modo que quienes piensan, esperan y desean que las urnas traigan algo diferente están muy equivocados.
El cambio necesario para superar este estado de cosas ruinoso y antidemocrático debería consistir –a grandes rasgos- en hacer eficientes y sostenibles económicamente las estructuras político-administrativas –ningún país puede permitirse por mucho tiempo cuatro administraciones territoriales, 18 parlamentos, 18 gobiernos, 50 diputaciones y cabildos, 500.000 cargos públicos, etc.-; en instituir una verdadera separación de poderes -“que el poder frene al poder” como afirmó Montesquieu-; en aprobar una ley electoral que garantice la democracia representativa, es decir, la facultad de los ciudadanos de elegir -y destituir- a sus gobernantes; y, por último, en devolver a los individuos y a la sociedad civil los derechos y la posición que el colectivismo y el Estado ultraintervencionista les han usurpado.
Ninguno de estos cambios vendrá de la mano de quienes son los artífices del sistema vigente: Partido Popular y Partido Socialista. Ambos han tenido la ocasión de cambiar las cosas y, sin embargo, por el contrario, lo que han hecho ha sido reforzar el sistema: multiplicar las estructuras político-administrativas, parasitarlas, enterrar a Montesquieu y, en suma, privilegiar su posición oligárquica.
Rajoy ha demostrado ser tan inmovilista –o tan cobarde- como aquél del que hablaba Borges: un pájaro anidaba en la quietud de su pecho horizontal.
Y qué esperar de Pedro estornudo. Es un pitagórico, en el sentido de que es la reencarnación de Zapatero. Tan ambicioso, tan sectario, tan rencoroso y, probablemente, tan inútil. Pero, en todo caso, tan lúcido como para no acabar con un sistema que posibilita que gente como ellos puedan llegar a presidentes del Gobierno.
En cuanto a los nuevos partidos autoproclamados regeneracionistas, estos “renovadores de la nada” –como llamó entonces Txiqui Benegas a otros que se les parecían-, ya han dado muestras, en cuanto han tocado poder, que su discurso no se compadece con sus actos.
¿Puede, acaso, a estas alturas, esperarse algo de Ciudadanos, que sostiene al régimen más incompetente y corrupto que ha conocido la historia de España?
Y lo mismo sucede con Podemos Unidos, un partido o movimiento, o como quieran llamarse, que no es sino la nueva careta que enmascara al partido Comunista de España -que sabe desde hace tiempo que de ir a cara descubierta sería tragado por el sumidero de la Historia, como ha sucedido a todos los comunismos de los países occidentales desarrollados-, y a esa nueva casta oligárquica de demagogos populistas que vienen con el discurso de la regeneración democrática pero que en el fondo –como han demostrado- son tan corruptos, tan déspotas y tan nepotistas como la casta que critican, con la agravante de que tienen las manos manchadas con el dinero sangriento que reciben de regímenes totalitarios y sanguinarios que los financian y apoyan.
Así las cosas, la única esperanza tal vez consista en lo que el gran Ortega ya advirtió, esto es, en el inmenso poder destructor de los demagogos. Sólo queda confiar en que la irresponsabilidad de los demagogos termine estrangulando al país. Entonces, si aprendemos la lección, puede que otras generaciones conozcan,  resurgida de sus cenizas, una España mejor.
Mayo, 2016

RÓDOPE DE TRIANA

Leo con estupor que las fuerzas vivas, los poderes fácticos, el todo Madrid y hasta el sursuncorda encarnado en la oronda humanidad del Rasputín de Cazalilla, se han dado cita en el Ritz para oír a la "esperanza de Triana". Más de 600, estiman los papeles, estuvieron en ese desayuno. Por supuesto, el Ritz. Como corresponde a una socialista de Triana -¡Arriba parias de la tierra!- Es difícil entender esta querencia al lujo y al relumbrón que tienen los socialistas. Cosa de genes y esnobismo, seguramente. ¡No lo iban a celebrar en la taberna de Pica Lagartos con toda la chusma!, dirán sus palmeros.
Hasta los más ilustres gacetilleros de la Corte se han hecho eco del espectáculo. Ahí está, sin ir más lejos, Raúl del Pozo que le ha dedicado su columna en El Mundo: Susana, la “reina Sol”. Columna, para mi gusto, más que meliflua empalagosa y menos empalagosa que untuosa. Dice Raúl que le llaman así los de Izquierda Unida; ellos sabrán por qué, puesto que han estado en su gobierno hasta el domingo por la tarde, como dicen en mi pueblo.
Yo, por mi parte, de apodarla para esta ocasión, la hubiese llamado Ródope (la de mejillas de rosa). Como la célebre cortesana griega del siglo VI a.C., coetánea de Esopo, Ródope de Tracia. Ródope de Triana, pues.
A. Kauffman
Esopo y Ródope
Fuente: Wikipedia.
Cuenta Heliodoro de Emesa en las Etiópicas -y así lo cita Robert Burton en su “Anatomía de la melancolía”, una de las más bellas obras de la literatura y uno de los más grandes compendios de sabiduría- que el encanto de Ródope era tal que hasta el mismísimo Calasiris, sacerdote de Isis y reverendo anciano, se lamentaba de que, al ver por casualidad en Menfis a la traciana Rodopis, no pudo ya apartar sus ojos de ella: “No ocultaré que ella se apoderó de mí con su presencia y que incluso asaltó mi celibato, que yo había preservado hasta mi avanzada edad…
Debía ser así, porque otro cultísimo escritor –Laurence Sterne- en su obra “Tristram Shandy”, una eminente joya de la literatura inglesa, citando a “no sé yo quién”, anotó que “Ródope de Tracia producía una fascinación tan ineludible, y atraía de tal manera a la gente, que si uno se encontraba con ella, le resultaba imposible no quedar cautivado”, como le ocurrió al anciano Calasiris.
Y es que, desde mi ciudadanía andaluza y mi condición funcionarial, que me obligan a padecer –lo quiera o no- las consecuencias de los actos de nuestra trianera Ródope, me resulta difícil comprender que tal sujeto (o sujeta, en la neolengua del régimen) pueda provocar fascinación alguna en ningún ser racional y decente. Si sometemos a riguroso escrutinio sus actos y sus palabras, nada encontraremos en ellos digno de admiración. Más bien lo contrario. Su discurso es una retórica vana –ni siquiera helada y laboriosa nadería, como diría Borges-, pues carece en absoluto de aportación personal alguna; es una sarta de lugares comunes, de uso común entre la casta política -también hay que decirlo, especialmente estólida en esta desdichada Andalucía-. Sus actos y sus logros, ahí están. Y no digamos nada de su catadura moral, de la que prácticamente a diario da muestras la prensa que no está bajo su férula.
Fruto –vano- de una nueva casta de políticos profesionales que no han trabajado en su vida, sólo reconozco a nuestra Ródope el discutible mérito de poseer, a falta de inteligencia, un depurado oficio para el medro y la maquinación y un fuerte instinto maquiavélico de supervivencia. Del que, por cierto, han sabido dar muestras los más autoritarios gobernantes que en el mundo han sido. Como las malas hierbas, nadie que valga más que ella puede medrar a su lado.
Ante tan irracional fascinación, yo me pregunto: ¿es este un país de idiotas o de sinvergüenzas?
Por cierto –para sobreponer al estupor la indignación-, ¿Qué hacía en dicho acto Gaspar Zarrías, imputado en una de las piezas del expolio de los Ere? ¿Quién lo había invitado? ¿En concepto de qué? ¿Es que lo tienen secretamente colocado en algún carguito?
Y sigo preguntando, ¿Qué habría pasado si en lugar de Susana hubiese sido Rajoy el conferenciante; y en lugar de Zarrías, el invitado hubiese sido Bárcenas? ¿Se imaginan la que se hubiese armado? Pues eso, algo huele a podrido en el PSOE.

Mayo, 2016

ESTAMPAS TOTALITARIAS ANDALUZAS (III)

Tics totalitarios
Ahora que la Asamblea andaluza –en un insólito ejercicio de parlamentarismo democrático; que sospecho no volverá a repetirse- ha reprobado a un consejero del gobierno susanista y que el cuarto poder ha puesto el foco en el sujeto, creo oportuno el momento para hacer memoria. Me mueve solamente la intención de llamar la atención del lector sobre algo que la prensa ha obviado y que, sin embargo, por fortuna, nuestra presidenta –que está ahí para corregir, a todos- ha subsanado, por algo se llama Subsana: me refiero al currículo del lenguaraz consejero.
Estoy seguro que, incluso los desmemoriados, la mayoría recordara el encomiable (para el régimen) trabajo de acoso realizado bajo su dirección sobre la labor de la jueza Alaya, ebúrnea encarnación de la Justicia. Desde privarle de los medios necesarios para realizar su labor en lo que calificó “ese rollo de los Ere”, hasta aquellas irónicas declaraciones públicas preguntándose de dónde sacaba el tiempo para estudiar tantos asuntos, o los machistas cínicos halagos –que no merecieron reproche alguno del feminismo progresista-: “…trabaja mucho y encima sigue guapa”.
El lector más memorioso tal vez recuerde la polémica suscitada por el PSOE a finales del 2014 acerca de la decisión del Gobierno (del PP, claro) de instalar concertinas en la valla fronteriza de Melilla. Pedro Estornudo (y no me refiero al escribano de dicho nombre, ilustre personaje del entremés cervantino “La elección de los alcaldes de Daganzo”, sino al secretario general del PSOE al que gusta aludirse como Pedro Snchz, onomatopeya antonomástica del estornudo) se apresuró a cargar contra dicha decisión gubernamental con toda su artillería demagógica, disfrazada de filantropía, y con todo su rencor sectario y cainita, enmascarado de integridad y principios; o sea, como acostumbran en su secta. Olvidó decir Pedro Estornudo que su partido, en el año 2005 siendo presidente del Gobierno su correligionario Zapatero Fons Amoris, instaló un sistema aún más agresivo.
Pues bien, al hilo de este escándalo salió a la luz algo que la Junta ocultaba celosamente: las dos terceras partes de los centros de menores regentados por la Consejería de Justicia estaban dotados de concertinas. El inefable consejero De Llera justificó el hecho diciendo que las concertinas, puesto que apuntaban hacia fuera, no estaban puestas para evitar la fuga de los internados sino para impedir intrusiones (por favor, aguanten la risa; un poco de seriedad). Olvidó el consejero que, conforme a esa lógica, otro de los servicios bajo su autoridad, la Escuela de Seguridad Pública de Andalucía, parecería entonces, más que centro de formación, campo de concentración pues las alambradas de espino que la circundan, rematadas en un ángulo de 45 grados de inclinación, apuntan hacia adentro, obviamente no para impedir intrusiones (pues en tal caso lo harían hacia afuera, según declaró), sino para evitar fugas. Impepinable.
Consta, asimismo, en el currículo del consejero susánido otro apunte de corte totalitario, que también ha quedado impune a la crítica: la creación de la Web de la Verdad. Hay cosas que, verdaderamente, resultan difíciles de creer, pero en este régimen y, más aún en manos de un desertor de la justicia, todo es posible. En efecto, la Consejería de Justicia e Interior, que dirige –todavía- el fiscal heterodoxo, tuvo alojada entre las páginas de su Web oficial una sección (hoy desaparecida) dedicada a la desacreditación, injuria, menosprecio y estigmatización de los funcionarios que se atrevieron a denunciar las irregularidades que sucedían en su Consejería.
¿Se refería a esto doña Subsana, cuando habló del currículo del reprobado? En esta desdichada tierra, en la que oído, vista, lengua, razón y entendimiento no sirven a la prosperidad sino al desconsuelo, es preferible, tal vez, ser ignorante; como sabiamente dejó escrito Quevedo.
Mayo, 2016