Escribía
William Faulkner, en una de las novelas de la trilogía de los Snopes, que en
todas las familias el miembro incapaz de ganarse un dólar por sus propios
méritos tenía que dedicarse a la política. En la familia de la Señora Martínez
Aguayo ya sabemos quién sería ese sujeto.
Esta
señora doctora…doctora honoris causa en la manipulación, ha convocado una rueda
de prensa para insultar a los funcionarios. Lo que ha cantado suena ya a
rancio. Ya lo cantaron ayer el coro de grillos domesticados del circo José
Antonio; ¡llega a Sevilla Miss Carmeli! Y, precisamente ella, a la que por
razón de su cargo le correspondería el papel de corifea, llega la última. Así
nos va.
Convoca
una rueda de prensa para tocar la partitura en solo de flauta y, como el burro
de la fábula, suelta un estruendoso rebuzno.
No
podemos sustraernos a realizar un mínimo análisis de su flatuoso discurso. Veamos,
nos acusa –esquizofrénicamente- a los discrepantes del decreto de manipuladores
y manipulados (por supuesto, por el PP); esto que le escribieron hace tres días
desde la dirección general de propaganda, no es que suene a rallado es que
huele a podrido. Dejémoslo de lado. Vayamos a lo novedoso, dice la señora
Consejera (cito literalmente del ABC 17 de noviembre):
“…ha acusado hoy a los funcionarios de la Junta de emprender una "campaña de
desprestigio" contra los empleados públicos, en referencia a las denuncias
sobre los "enchufados” Basta ya de
desprestigiar a los empleados públicos", ha apostillado. "
Es genial,
para partirse de risa sino fuera porque en manos de esta señora está la
Administración Pública de la Junta de Andalucía (y la Hacienda Pública). Es lo
que tiene el sectarismo, que suele ir unido a la indigencia intelectual. Hoy
que estamos de fábulas (en plural, que esto no es canalsú; no es lo mismo estar
de fábula que estar de fábulas), la consejera se nos antoja como el busto que
descubre la zorra de Esopo: ¡qué hermosa cabeza, pero vacía!
Lamentamos
tener que volver sobre el mismo tema de días pasados; es decir, ayudar a la
Consejera a vencer su burricie. No cobraremos como sus asesores, lo haremos
gratis et amore. Sra. Consejera, léase el artículo 8 del Estatuto Básico del
Empleado Público. ¿Que no sabe lo que es eso? Bueno, nosotros se lo
explicaremos. Vea vd.:
“Título
II: Clases de personal al servicio de las Administraciones Públicas
1. Son empleados públicos quienes desempeñan funciones retribuidas
en las Administraciones Públicas al
servicio de los intereses generales.
2. Los empleados públicos
se clasifican en:
a) Funcionarios de carrera.
b) Funcionarios interinos.
c) Personal laboral, ya sea fijo, por tiempo indefinido o
temporal.
d) Personal eventual.”
Lo
cual quiere decir:
1º
El concepto “empleado público” es comprensivo de los conceptos o categorías de “funcionario”
y de “personal laboral”.
2º.
Decir que los funcionarios han emprendido una campaña de desprestigio contra
los empleados públicos, es una “boutade”, incluso un “flatus vocis”.
3º.
Decir que los “enchufados” por el decreto son empleados públicos es una
mentira. Pues ya puede vd. comprobar que no están dentro de la definición de
empleado público –ya que no trabajan en la Administración Pública al servicio
de los intereses generales- y, por tanto, tampoco figuran en ninguna de las
categorías en que se clasifican los empleados públicos.
Así
pues, lo que creemos –además de que la Consejera del ramo es ignorante de lo
que necesariamente debería saber- es que es una manipuladora –ella sí-; y que
lo que se esconde tras estas declaraciones (que si no me equivoco, pronto las
veremos rebuznadas por otros) no es sino una táctica militar antiquísima:
divide y vencerás.
Lo
sentimos sra. Consejera, hemos descubierto sus intenciones. Ese discurso ya no
les sirve. Inventen otra mentira mejor. Gánense el sueldo y la productividad.
Por
cierto, que se entere la ciudadanía. La ley les permite a vds. Cobrar
productividad, pero –al igual que a los funcionarios- la ley exige, impone, que
las cantidades que se perciban por tal concepto sean públicas.
Las
de los funcionarios lo son: se publican periódicamente y así sabemos que su
cuantía aproximada es de 50 euros al mes.
Las
de vds., los altos cargos socialistas están ocultas. En esto, como en casi todo
lo que hacen, desprecian la ley y practican la hipocresía y el cinismo. Hablan
de transparencia y practican la opacidad.
Contesten:
¿Cuándo van a hacer público lo que cobran por productividad? La ciudadanía
tiene derecho a saberlo.
Max Estrella, cesante de hombre libre.
Noviembre 2010.