GRIÑÁN EN ZUGZWANG

No piense el lector ingenuo que Griñán ha puesto tierra de por medio y se ha retirado a un paradisíaco y remoto país oriental. No caerá esa breva. Al menos, no ahora.
El zugzwang es un término ajedrecístico. El zugzwang es la posición en que todas las jugadas posibles son malas para el jugador que tiene el turno de juego.
A Borges, poeta al que admiro, le gustaba el ajedrez. En los dos poemas que dedica al juego hace un paralelismo entre este y la vida (“…también el jugador es prisionero de otro tablero de negras noches y de blancos días…”); yo creo que todos a los que nos gusta el ajedrez recurrimos con frecuencia al tropo para analizar las vicisitudes de la vida, como si esta se jugara en el tablero. Esta ocasión es una de ellas. Me refiero a la supuesta “congelación” de la aplicación del decretazo.
La posición en el tablero es la siguiente: El portavoz de Izquierda Unida, en un debate parlamentario sobre el decreto-ley 6/2010, puso en duda la voluntad negociadora de Griñán sobre este tema, reprochándole que la “futura ley de reordenación” ya estaba en vigor por virtud de este decreto-ley, sugiriéndole que, al menos, paralizara la aprobación de los estatutos de las agencias.
Griñán, por su parte, dijo “garantizar como presidente que no se iba a ir a una política de hechos consumados”.
Los medios afines al régimen (El País y Diario de Sevilla) publicaron el 11 de diciembre la siguiente noticia: “El PSOE congela el decreto de reordenación hasta aprobar la ley” (El País); “El Gobierno andaluz deja en suspenso los estatutos de las nuevas agencias públicas” (Diario de Sevilla).
Es evidente que de las palabras de Griñán no puede extraerse tal conclusión. En este silogismo falta la premisa menor y se llega a la conclusión “per saltum”. Todo está trampeado en este asunto. En este asunto no hay nada que el Gobierno o su partido, que es lo mismo, hagan limpiamente. Algo huele a podrido…
Cabe deducir -con más respeto a la lógica que el que ellos han empleado- que tales “noticias” se han hecho al dictado –y en la intimidad-, pues nadie más tuvo la fortuna de oírlas, ni fue tan listo de llegar a las mismas conclusiones a las que ¡al unísono! llegaron los citados medios. El Psoe, el Gobierno, Griñán, -son la misma cosa-, no saben cómo salir del atolladero. Y para apaciguar los ánimos y ganar tiempo han urdido esta estratagema.
Y, por el momento, ha colado. Los demás medios de comunicación, nosotros mismos hemos caído en la celada, ingenuamente. Creemos que hemos ganado una pieza. ¡Qué error! Eso es lo que pretendían: hacer de la necesidad virtud; y, de paso, halagarnos, haciéndonos creer que hemos obtenido una victoria, como la zorra hizo con el ingenuo y vanidoso cuervo.
Cicerón lo describía de mejor manera, y muy claramente, “entre todas las injusticias, ninguna es más perniciosa que la de aquellos que cuando más engañan es cuando más pretenden acreditarse de hombres de bien…”
En esas estamos. Porque ese es el mensaje que pretenden transmitir y precisamente lo hacen ¡¡¡después de haber aprobado dos decretazos sin negociar con nadie, ni siquiera con los que tenían obligación de hacerlo!!! ¡Qué demócratas!
Y luego, por otra parte, está nuestra reacción ante la jugada: hemos caído en la celada y hemos tomado el hecho como algo positivo. Y no lo es, porque es una jugada ilegal.
En un Estado de Derecho nunca es bueno lo que se hace contra la ley vigente. Y los servidores públicos debemos ser los primeros en acatarla y en actuar conforme a ella.
Si Griñán o sus hombres de hojalata (Mario Jiménez y José Caballos, “esos sujetos”, como los llamó el propio caudillo, a los que ahora se les quiere hacer cargar con el muerto) desean verdaderamente suspender o congelar la aprobación de los estatutos, saben muy bien lo que tienen que hacer: derogar la disposición adicional tercera del decreto-ley 6/2010. Y ya que el día anterior a aquél en el que, al parecer, se cayeron del caballo, no lo hicieron y convalidaron el decretazo –incluida la disposición adicional tercera-, que lo hagan ahora como debe hacerse, que dicten otro decreto-ley, cosa que se les da muy bien. Si no lo hacen así es porque lo que verdaderamente desean es hacer siempre lo que les convenga a sus intereses partidistas.
Porque, ¿qué es eso de que lo dispuesto en una ley se cumpla o no, según le peta al jefe o a unos sujetos a su mando? ¿no es eso una concepción nacionalsocialista del derecho? ¿no nos suena a las tesis de Carl Schmitt?
Así están las leyes, arrinconadas como trastos viejos cuando les conviene a los que las han hecho. Así huele tan mal el libro de la Constitución. No lo digo yo, he tomado las palabras prestadas a D. Benito Pérez Galdós.

Max Estrella, cesante de hombre libre.
Diciembre, 2010