EL SOCIO DE MONIPODIO

Una de las singularidades del despotismo andaluz es que –a diferencia de los totalitarismos canónicos, basados en el modelo de partido único- este admite el pluralismo político; eso sí, condicionado, modulado y orientado a avalar la hegemonía del partido dominante. Así, esos otros partidos satélites, llegado el momento, han de cumplir su función esencial: garantizar la dominación. No tienen otra razón de ser, ni prestan otra función social. Son meras estructuras burocráticas, oportunistas y parasitarias; capaces, como las garrapatas, de aguantar agazapadas largo tiempo hasta que se presenta la ocasión propicia.
Esta es la situación que, tras el 25M, vivimos en Andalucía. El régimen socialista –derrotado en las urnas- requiere los servicios lacayunos del parásito. En esta ocasión, como antes fuera el PA, IU asumirá -lo ha anunciado- ese papel. Hablaremos, pues, de ello.
IU da por sentado que avalará el sostenimiento del régimen; como dijo Horacio, “con una apariencia esplendorosa ocultarán su alma mezquina…” Sostén-y-miento (¡cómo es nuestra lengua de profunda -y de traicionera-!: sostener y mentir, aquí indisociables. Remito a la consulta de una interesante reflexión sobre el tema en el libro de Gabriel Albiac “Contra los políticos”).
Barajan para ello, según manifiestan, tres “fórmulas de colaboración”: El pacto de gobierno, o gobierno de coalición; el pacto estable de legislatura, sin participación directa en el gobierno; y el simple apoyo a la investidura, seguido de acuerdos puntuales. En todo caso, el apoyo tiene un precio –lo ha dicho Anguita-, que comenzará por la Presidencia del Parlamento y continuará durante toda la legislatura –a precios de mercado, según el modelo catalán- con otro tipo de gabelas (¿pedacito de canal sur?) y mayores gastos, que pagaremos todos –los demás-, como siempre.
Mas no nos engañemos, es decir, no nos dejemos engañar, las tres fórmulas son, en esencia, la misma cosa: apuntalar un régimen periclitado. Se sienten o no en la mesa del Consejo, mantener al PSOE en el poder es apoyar y hacerse corresponsable de la lacra insoportable del paro, de la miseria económica, de la angustiosa precariedad laboral, del atraso, de la emigración –de nuevo- de los mejores, del mantenimiento del pueblo llano en la ignorancia mediante el adoctrinamiento y la propaganda, del sometimiento de los intereses generales a los de la oligarquía partidista, de la lepra invasora de la corrupción, de la degradación de la sociedad civil a la condición de rebaño, del descomunal nepotismo, del impúdico robo de los dineros del pueblo…
Intuyo que al final se inclinarán por un acuerdo de investidura. Fundamentalmente por dos razones: una, para evitar un cisma en la propia coalición; dos, por puro cálculo electoralista. IU sabe perfectamente lo que supone apoyar a este régimen; aunque pretendan engañarnos, ellos no se engañan. Por ello aspiran, además, a hacerlo sin consecuencias, hipócritamente. De modo que ante un eventual fracaso -lo cual es previsible, pues ¿cómo puede esperarse del escorpión que mude su naturaleza?- se sientan libres para decir “nosotros no gobernábamos”. Dentro de la vileza que entraña cualquiera de las tres opciones, esta, a mi juicio, es la más ruin; porque constituye un soberbio ejercicio de cinismo y falsedad.
¿Alguien puede creerse que el apoyo se limitará a la investidura? Si así fuera, el régimen duraría un día. Simple cuestión matemática. Es obvio, que el apoyo (digamos que en la sombra) tendrá que extenderse a toda la legislatura. Siento decirlo por alguno de los que patrocinan esta opción (“soy amigo de Platón, pero más de la verdad”), apoyan un régimen despótico y pretenden pasar por virtuosos. Como Nerón, auténtica imagen de la crueldad, que, según refiere Montaigne, cuando le dieron a firmar la sentencia de un criminal condenado, exclamó: ¡Pluguiera a Dios que jamás hubiese aprendido a escribir!.
La palabrería no podrá desmentir los hechos. Así que, señores de IU, sean valientes y háganse responsables de sus acciones; no pretendan engañarnos. Acepten la paternidad de lo que engendrará ese gobierno; pues, como dijo Quevedo, “cada uno mire que no se corrompa, porque será padre de sus gusanos”.
Por otro lado, el espectáculo, si se contempla distante y desapasionadamente, desde la desesperanza, no carece de gracia. Estamos acostumbrándonos a vivir nuestra moderna historia socialista en clave de tragicomedia y de esperpento. De qué otra manera, si no, podríamos tomarnos la historia de la familia Guerra, de la familia Chaves (¡Ah, la famiglia!), los cuentos inmorales de la bella Laura Invercaria, las épicas mariscadas, las alucinantes batallas blancas de Guerrero y su fiel escudero, los ósculos agradecidos del vanidoso Griñán a Patrañas, el pelanas “bienbesao”. A veces pienso que los padres de la patria andaluza debieran ser, según nos van las cosas, Berlanga y Valle-Inclán.
Y es que, tras el natural sonrojo, que es reacción refleja, incontrolada, causa risa leer las manifestaciones de algunos líderes de IU que dicen que socorrerán al PSOE con la nariz tapada; o que es condición indispensable la constitución de una comisión de investigación sobre el “fondo de reptiles”. Ante esos refinamientos éticos no puedo evitar que aflore a mi mente una imagen de hace sólo unos días, en la que se ve al líder máximo de la coalición encabezando una manifestación, flanqueado por el piquetero con nombre de personaje de tebeo que viajó desde Europa en clase business (con nuestro dinero) para no llegar tarde a amedrentar trabajadoras, y por el destacado sindicalista acosador, reincidente y contumaz, condenado por atentar contra la salud y la dignidad de los trabajadores (¡qué vergüenza!), infatigable devorador de marisco (con nuestro dinero), y, además, imputado por la presunta comisión de media docena de delitos por la valiente juez Alaya (así de arrastrada está nuestra justicia, cuando hay que admirar la valentía de una juez por aplicar la ley a los poderosos). Estos son los nuevos cofrades del señor Monipodio (Sevilla no ha cambiado en cuatro siglos).
Esas imágenes, que trascienden lo anecdótico, nos dan el tono de lo que ha de venir. Como botón de muestra de lo que será, me aventuro a pronosticar el resultado de la innegociable comisión de investigación, ahí va: Ni Chaves, ni Zarrías, ni Griñán, ni el Psoe, supieron nada. Fue cosa de cuatro golfos. Corrompidos por el PP, pues se demostrará que el garito donde despachaba Guerrero era de un simpatizante o votante de dicho partido. Ergo…
La verdad es que el presagio carece de mérito; el resultado está cantado, cuando la comisión de investigación la propician -y la controlan- el que está bajo sospecha y su socio.
¿Verdaderamente, pretende IU que nos traguemos que eso es una contrapartida por su apoyo al gobierno; cuando perfectamente, y necesariamente, puede y debe hacerlo con el concurso del PP, “contra” aquél que está bajo sospecha?
En tales circunstancias, ¿puede esperarse otro dictamen? ¿Acaso que el gobierno, al que apoya IU, es un gobierno corrupto, y continuar apoyándolo? Obviamente, no. Por tanto, ya sabemos lo que ocurrirá.
En cualquier caso, en última instancia, no espere IU otro galardón del PSOE que el que otorgó Polifemo a Ulises: ser devorado el último. Cuando eso ocurra, cuando los traidores hayan pagado por su felonía, los empleados públicos andaluces seguiremos ahí, resistiendo en el mismo bando, el de la defensa de la Ley de todos.
Max Estrella, cesante de hombre libre
Abril, 2012