SÁNCHEZ, EL SÁTRAPA

Bien lo sabéis. Vendrán
por ti, por mí, por todos.
(Blas de Otero)

Vivimos días tristes; la grisura tizna la agradable claridad de los otoñales días sevillanos. Todo se consuma inexorable. Paso a paso hacia el abismo. A escasos metros ya de la desmembración de la patria y en el umbral, si no en el zaguán, de la dictadura sanchista, que apoyan y sostienen -¡cómo no!- todos los enemigos de la libertad.

Los reaccionarios, vistiendo el disfraz del progresismo, nos devuelven a tiempos remotos: la persecución de toda opinión disidente o contraria a sus intereses y la represión violenta de toda manifestación de disconformes. Como en la dictadura franquista, solo que ellos -la casta dominante-, complacientes hijos del régimen en su mayoría, no se jugaron, como nosotros, sus víctimas de hoy, el pellejo, la libertad, las becas y las habichuelas por la democracia y la libertad.

Leo en los papeles, con una mezcla de tristeza e indignación, exenta, desde luego, de sorpresa, que ayer el Gobierno canalla gaseó una manifestación pacífica, de ciudadanos pacíficos, porque protestaban contra los designios del sátrapa de la Moncloa. Ha dicho un representante sindical de la Policía que el uso de tales medios ni siquiera está permitido contra los radicales más violentos. Ya lo sabemos. Lo hemos visto. En Cataluña, en el 2011, cómo los radicales del 15M bloquearon el acceso al Parlamento e impidieron a los legítimos representantes del pueblo el ejercicio de sus funciones; o cómo los golpistas del 17-O y sus organizadas huestes destrozaban la propiedad pública y privada y agredían a las fuerzas del orden; o cómo la progresía atacaba y destrozaba las sedes del PP por toda España y agredían a los miembros de Vox en sus mítines a pedradas y palos. Y todo ello sin que la respuesta policial alcanzara ni de lejos a la que llevaron a cabo ayer. Libertad de expresión, jarabe democrático. Esas son las expresiones que dominaron el discurso de los que hoy ejercen la represión.

Sánchez ha hecho realidad el sueño socialista del fundador de su partido, Pablo Iglesias, y del incorregible y terco golpista Largo Caballero, el llamado Lenin español, colaborador de la dictadura de Primo de Rivera, amante de toda dictadura, sobre todo la de los suyos, como este nuevo Lenin pijo que ahora padecemos.

Porque ¿alguien duda ya, a estas alturas y tras tantas muestras de despotismo, que nos hallamos bajo el yugo de la tiranía? Dice Aristóteles que es tirano quien mira más a su provecho particular que al común. Pues, eso. Y, aviso para ingenuos, a todos llegará su turno; pues, como sabiamente advirtió Quevedo: del tirano que se come los que tiene debajo de su mano, no espere nadie otro favor sino ser comido el último.

Rompo hoy, con amargura pero con resolución, el vínculo afectuoso que en otro tiempo me unió con amigos socialistas. No deseo ya su afecto ni su trato. Y digo, como dijo Marco Bruto ante el cadáver de César, según refiere Shakespeare, que no porque no los ame sino porque amo más la libertad y a mis hijos y su descendencia. No quiero para ellos una estirpe de esclavos. No será ese mi legado, la esclavitud; porque, volviendo a Quevedo y a Bruto, perder la libertad es de bestias; dejar que nos la quiten de cobardes.

Negro noviembre de 2023