UN TRISTE CORTEJO

 Me sorprendió el flébil espectáculo al abrir la ventana. Un triste cortejo familiar entre los árboles del jardín se encamina a la salida de la urbanización. El padre, sobre sus brazos extendidos en actitud oferente, lleva algo totalmente envuelto en una pequeña manta. Nada se ve, mas todo se intuye o adivina. La madre con un leve gesto se enjuga cuidadosa y disimuladamente una emergente lágrima. Las dos hijas, cada una a un lado, lloran sin disimulo. Ha muerto el perrito. 

Me entristece pensar cómo los inocentes niños, indefensos y vulnerables, han de aprender en tan tierna edad, a golpes de infortunio, los caprichosos y crueles designios del destino, y que existe algo ante lo cual el desmesurado amor de los padres  y su poder protector se revela inútil e impotente: la fría y arbitraria e inevitable muerte.

Julio de 2022