Ahora
que todos parecemos
bandidos
embozados
-y
todas las muchachas
se
imaginan bonitas tras la máscara-
vienes,
Luna, y me asaltas,
osada
bandolera,
velado
el rostro con tu mascarilla
de
etéreas nubes grises.
Los
sueños o la vida, me reclamas;
los
sueños no, te digo,
mejor
toma la vida
que
no me sirve, fútil, para nada.
Consuelo
de los tristes,
monarca
al otro lado del espejo,
toma
la vida y llévame contigo
al
ilusorio mundo de los sueños,
donde
reinas sobre grillos y perros
y
locos y poetas,
que
te adoran y orbitan,
llévame
ya contigo
lejos de odiosas guerras.