EL DÍA DESPUÉS

Se acuesta el país conmocionado por el esperpéntico –¡qué nuestro es el esperpento!- espectáculo de la irresistible ascensión de Pedro Estornudo y su inevitable caída. Los medios, que dictan a las masas no sólo la opinión sino el sentimiento, hacen en estas horas todo lo posible para conturbar el ánimo del rebaño. Como si estuviésemos de luto. Una noble excepción, sin embargo, la de Fernando Sánchez-Dragó, que celebra la eterna juventud con ocasión de su octogésimo cumpleaños y que termina con una cita de Jung: La vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir. ¡¡¡Felicidades!!!

Le alabo el gusto; y a Fray Luis me atengo:
Un no rompido sueño,
Un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de quien la sangre ensalza o el dinero.

Despiértenme las aves
con su cantar suave no aprendido,
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
quien al ajeno arbitrio está atenido.

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas sin testigo
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
A la sombra tendido
de yedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce acordado
del plectro sabiamente meneado.

Y a Machado:
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
...
Que así sea.

Octubre, 2016.