Hubo elecciones y, en votos y en escaños, resultó vencedor el Partido Popular, es sabido. No pensaba escribir ni una línea sobre lo que pudiese suceder, pues, como ya he dicho, citando a Michels, con la elección lo que elegimos es nuevo amo; por otra parte, creo que en la política de este país está ya todo dicho, lo han dicho otros y otros lo hemos repetido, si acaso, con ligeras variaciones, porque, por desgracia, la política patria no deja de ser una pesadilla que cíclicamente se repite. Nada noble ha habido nunca en ella, que yo recuerde.
No obstante, no he podido sustraerme a expresar una opinión, ya vertida por mí en otras ocasiones, sobre la catadura ética de un electorado que ha sabido premiar con su voto a un Gobierno de mentirosos, regido por un presidente despótico y cesarista, que ha patrimonializado absolutamente todas las instituciones del Estado, que ha sometido incluso a la Justicia a sus espurios intereses, y que ha corrompido vilmente la separación de poderes y el Estado de derecho, bases de cualquier democracia que se precie de tal.
Como dijo el sepulturero de Luces de bohemia, en España no se premia la virtud sino el robar y el ser un sinvergüenza (no olvidemos que durante la pasada legislatura han sido condenados por el Tribunal Supremo dos expresidentes del Psoe, por el mayor robo del siglo). Y, parafraseando a Balzac, yo añado que me niego a llamar conciudadano a quien, con desprecio de la ética más elemental, desacredita esa noble condición y la rebaja a chusmerío.
Resulta curioso como en el País Vasco y en Cataluña el constitucionalismo ha dejado de existir, ¡cómo no!, si se han convertido en parásitos del resto de los españoles. Nadie podrá negar que los ciudadanos de dichas regiones gozan de derechos y privilegios que no disfrutamos los demás españoles. ¿Donde está la igualdad que proclama la Constitución y la queja de esa izquierda tan igualitarista ante esa evidente e injusta realidad? Lo mejor que podría sucedernos sería que la ambición del déspota de la Moncloa hiciera saltar por los aires esto que hoy llamamos España. Como dijo Neruda, ¡que se vayan a Miami con sus tías!, a ver si así, lo que quede de España, se ve de una vez libre de los que no la quieren y, de rebote, de los felones socialistas. Tal vez, también, nos libremos así del rencor y el cainismo que desde Zapatero han ido gota a gota sembrando, hasta conseguir, de nuevo, enfrentar a media España con la otra media. ¡Qué negro panorama se vislumbra!
Julio de 2023