Hay
veces que le da a uno rabia tener que reconocer la verdad en el aserto de aquél de quien se tiene una pobre opinión. Lo digo en referencia a ciertas declaraciones del inefable
exconsejero De Llera –el Notorio
detractor; como lo aludió la ebúrnea Alaya; o sea, el Nota-, cuya
incontinencia verbal es proverbial.
Me
ha sucedido con él en dos ocasiones: una, aquella vez que habló sobre jueces y
fiscales, que le valió la reprobación del Parlamento andaluz (como si la
reprobación de un Parlamento como este supusiese algún estigma; cuando, más
bien, constituye justamente lo contrario: un estimable galardón, considerando
la escasa honorabilidad de la Institución y de sus miembros, que han demostrado
ser un mero y prescindible apéndice del Gobierno de un régimen inicuo.
Parafraseando a Thoreau, la censura de un régimen tal sería el mejor encomio
para un hombre decente. Aunque, en verdad, no sea éste precisamente el caso,
tratándose de un destacado miembro de esa secta.)
Esa,
digo, y esta otra muy reciente en la que arremetió contra los periodistas, a
los que definió como un océano de
sabiduría con un milímetro de profundidad. Fin de la cita; y que me
perdonen aquéllos que no tienen cabida en la definición –que los hay, aunque
escasos-. Es lo injusto de las generalizaciones.
Pues
bien, la Agencia EFE aportó el 23 de junio una incontestable prueba de la
certeza de las palabras del inefable Nota. Leí la noticia de la Agencia –sin
firma- en El Mundo y en el ABC: Una niña
de 2 años, muy grave tras ahogarse en una piscina comunitaria de Madrid. Y
aunque el titular era de la Agencia, los medios que lo publicaron no se tomaron
la molestia de corregirlo, ratificando el despropósito.

Al
parecer los periodistas de nuestros días son como aquel paisano. Lo dijo el Nota. Sin
comentarios.
Junio,
2017