Pasados los años, no recuerdo ya si la creación de este blog buscó favorecer o respaldar algún noble propósito, considerando los desasosegantes tiempos que nos tocaba vivir; si fue así, cumplido tal propósito o fracasado el intento, lo que en todo caso queda claro es que hoy carece de vigencia. Los tiempos cambian, y hoy son otros los trabajos y las cuitas que demandan nuestra atención y nuestro compromiso.
Luego, por otra parte, llego a pensar que, aparte de lo dicho, este blog pudo servir de pista de entrenamiento en la pretenciosa aventura literaria de su creador. En esto la cosa está mucho más clara. Hace mucho tiempo que debí haber hecho caso a Cervantes: el mundo está colmado de poetas, de malos poetas. Y no digamos ya nada de novelistas y narradores en general. Todo el mundo escribe, hay más escritores que lectores; apenas quedan ya lectores para leer lo que escriben los demás, tarea poco menos que matemáticamente imposible. Todo ello, naturalmente, en detrimento y menoscabo de la buena literatura y de los verdaderos escritores.
Hay veces en que uno se empecina en seguir haciendo cosas inútiles; más vale darse cuenta y reaccionar, aunque sea tarde. Así pues, aquí termina esta andadura literaria. Desgraciadamente, no puedo afirmar que lo siento por los fieles lectores, pues no hay tales. Ni siquiera entre los familiares; menos aún entre estos. Como dice el refrán, nadie es poeta en su tierra, así que imagínate en tu familia. Aquellos que a uno le importan, o no saben leer aún, o no pueden o no les gusta o no quieren. De modo que, a la postre, tengo constatado que esto lo leían sólo un par de amigos, a los que tengo identificados, y a los que agradezco cordialmente la molestia que se tomaron en leer lo que aquí publicaba. No cambiará la cosa para ellos. Las ocurrencias que aquí se narraban, buenas o malas, seguirán oyéndolas de mis labios, les agraden o no.
Adiós, pues. Cae el telón.
Diciembre de 2025