Cualquiera que sea dueño de su
pensamiento y opinión sabe que lo único que debe cambiar para que Andalucía
florezca es el régimen que la parasita. Sabe que para que los niños tengan
futuro, los jóvenes esperanza, los ancianos cuidados y respeto, los parados
trabajo, los trabajadores justicia, los emigrantes patria, los andaluces
dignidad y los políticos vergüenza, es preciso que el régimen que sufrimos
desde hace más de tres décadas sea exterminado y no quede de él ni el recuerdo.
Por eso, precisamente por eso y
para eso, algunos votamos en las pasadas elecciones andaluzas a Ciudadanos;
para que hicieran lo que es necesario: acabar con el régimen. Hasta el más
tonto de todos ellos –mucho más listo, por cierto, que el más listo de sus
votantes, según queda demostrado- lo sabía. Sin embargo, los traidores usaron
el voto otorgado para todo lo contrario: es decir, para que nada cambiara, para
sostener al régimen corrupto y cleptocrático.
No hay nada más contrario a sus
palabras que sus actos. Prometían ser los regeneradores de la vida pública, intransigentes
con la corrupción y los corruptos. Y no sólo no han hecho nada (aparte de dar
puñaladas a dos cadáveres políticos; gran gesta que no paran de recordarnos),
sino que en el papel que han asumido de sostenedores o mamporreros del régimen
han revelado que pueden ser más servilones, más lacayunos, más viles y más ruines de lo que les exige el guión. Tras
la máscara de Catón y Robespierre hemos visto, sin embargo, a los cabezones
marcianos de Mars Attacks disparando sus rayos letales a todo lo que se meneaba,
al tiempo que decían: “no huyáis que venimos en son de paz”. Son lobos con piel
de cordero. Son, ciertamente, dignos siervos de sus amos. Tal para cual.
Callaron e hicieron el egipcio (o
sea, ponerse de perfil y extender la mano) en el golpe de estado que inauguró
la legislatura. Lo han vuelto a hacer con ocasión de la votación de la ley de
presupuestos para 2016; en esta ocasión su papel ha sido más activo, aunque no
menos vil. Me avergüenzo profundamente por haberlos votado. Impiden a la
oposición (pues actúan de facto como cogobernantes) su legítimo ejercicio y
hasta les niegan el acceso a la documentación y a hacer copias de los
documentos. Cosa, por cierto, que practica la junta de Andalucía con la
ciudadanía, a pesar de las leyes (estatal y autonómica) -o mejor dicho,
violándolas- sobre transparencia pública; y que no parece importarles mucho,
digo a estos regeneracionistas. Claro que qué transparencia van a predicar si
al día de la fecha sus nueve parlamentarios siguen sin hacer públicas sus
declaraciones de la renta, y, en su lugar, aparece el siguiente mensaje: “La declaración del IRPF correspondiente al
ejercicio 2014 estará activa a partir de la finalización de su plazo de
presentación.” Para partirse, ¿verdad?; cuando uno ha pagado ya hasta el
segundo plazo, sus transparentes señorías gozan de un misterioso e incógnito
régimen.
Y, por supuesto, no me olvido de
esa felicitación pública que, con ocasión de la infame sentencia del
Constitucional legitimando la administración paralela del régimen, se ha hecho
a sí mismo, y al régimen que sostiene, el namberguán del partido. El hombre a
un flequillo pegado se ha felicitado (haciendo alarde de una extraordinaria
ignorancia, y mezclando churras y merinas) porque la mayor operación de
enchufismo practicada en la historia de occidente haya concluido felizmente
para los nepotes. Claro que hay que tener en cuenta que este señor, el del
flequillo superlativo y felón, es partidario del paradigma cosmológico de un
universo en expansión…de cuñaos. ¡Anda que no! (Por cierto, ya iremos
conociendo los rincones oscuros de las biografías de la oligarquía Ciudadana.
Que hay en ellas muchos fenómenos “singulares”).
Pero, ¡ojo!, no se culpe sólo al
camaleónico Marín de felón. Todos ellos, me refiero a toda la dirigencia del
partido y a sus altos representantes, son igualmente felones. Todos, sin
excepción. No hemos oído en público ni una voz discrepante; aunque en privado
–sépalo bien señor Marín- algunos digan que no son marinistas. No, entonces serán
submarinistas. Ya no cuela.
Por eso ahora yo no votaré a Ciudadanos. Pasará un elefante por el ojo
de una aguja antes de que yo vuelva a votarlos. Y lo mismo espero de aquellos que
desean una Andalucía próspera y libre; y de aquellos funcionarios que creen en
una Administración sometida al imperio de la Ley; y de aquellos centenares de
miles de opositores que han realizado y realizan un gran esfuerzo para acceder
por sus méritos a unas plazas que ya nunca les serán ofertadas, pues han sido
adjudicadas a dedo a los hijos del régimen.
Por eso y más, digo a estos usurpadores de votos: quien no te conozca
que te vote.
Max Estrella, cesante de
hombre libre
Diciembre, 2015