UN MUNDO FELIZ

 Anda eufórica la plutocracia que domina el mundo con sus gobiernos títeres. Los Gates, Soros, Brezos, etc., coinciden con el capicomunismo chino (paradojas de la dialéctica hegeliana, que Marx no alcanzó a ver) en su afán de hacernos felices. Es conmovedor oír a Xi Jinping hablar en Davos de amor a la libertad y respeto al medioambiente. Seguro que nuestro noble vicepresidente de la agenda 2030 soltó algunas lágrimas al oírlo.

Dicen ahora que no es necesario esperar al 2030 para ello; consideran que la pandemia ha acreditado la sumisión del rebaño y su predisposición al yugo, que ha disipado las reticencias y ha doblegado la rebeldía que hubiese  -perdón, quise decir preparados para la felicidad-.

La pandemia causada por la Covid-19 que, según el biólogo francés Luc Montagnier, Nobel de Medicina por sus descubrimientos sobre el virus del sida, es una fabricación humana procedente del laboratorio de Wuhan, es decir, del laboratorio del filántropo Xi Jinping -¡oh, casualidad!- y que otro filántropo, Bill Gates, vaticinó en 2017 -¡oh, casualidad!-, la pandemia, digo, les ha venido como agua de mayo para sus propósitos socialglobalistas. Lo han dicho ellos, no yo.

A qué esperar, pues, al 2030. Este es el momento, han dicho, para quebrar los valores occidentales. El momento para salvar al planeta de nosotros mismos y despojarnos de la propiedad y la libertad y hacernos  felices. Su lema “No tendrás nada y serás feliz” parece sacado de una de esas horripilantes distopías de Orwell o Huxley o Dick. Aunque ya hubiesen querido éstos encontrar un lema así de categórico para sus distópicas sociedades.

De nuevo la felicidad como leitmotiv del totalitarismo. El paraíso prometido, de nuevo. No se ha apagado aún el estruendo de los cascotes del muro en su caída, y ya tenemos aquí a los filántropos del siglo xxi prometiéndonos –imponiéndonos- un mundo feliz. La felicidad, otra vez. La nuestra. Ellos, los filántropos, no la disfrutarán. Su papel se limita a aportar talento y amor al prójimo, nunca sus negocios, cada vez más prósperos. Más prósperos mientras peor nos vaya al común. En eso se parecen estos filántropos al rico del Evangelio de San Mateo. Lo de dar sus riquezas a los pobres es otro cantar.

Nos darán un carnet de ciudadanía, como en China. Impondrán la Verdad Suprema y el Pensamiento Único. Nos dirán lo que debemos pensar y sentir y decir. Eso lo llevan ya muy adelantado, sin ir más lejos ya han criminalizado  el pensamiento y los sentimientos –y hasta la ciencia- con su estólido y oportunista delito de odio. Nada nos podrá ya parecer odioso –salvo ser de derechas-, so pena de incurrir en herejía. La libertad de expresión está ya herida de muerte; hasta el mismísimo presidente de los EE.UU ha padecido la censura del sanedrín globalista. Para salvar el planeta y hacernos felices nos dirán qué debemos comer, a dónde podemos ir y cómo. Por ahora, nos dejan comer lo que podamos e ir a ningún sitio. En los próximos años, la dieta será más estricta. Nada de carne ni cultivos transgénicos (la ingeniería genética sólo será admisible en el mundo animal –humanos incluidos-, todos sabemos que la ingeniería genética en el orden vegetal es un crimen). Viajaremos en tren. Han dicho: Las clases medias viajarán en tren litera (los pobres viajarán en bicicleta o, mejor, no viajarán, deduzco), porque el avión es muy contaminante. Lo han dicho ellos que se han ido a Suiza desde todos los confines del mundo no sólo en avión, sino en sus propios aviones particulares (por cierto, ninguna crítica he oído de nuestro vicepresidente, el coletas 2030, sobre los innumerables viajes contaminantes del presidente falconeti en su falcón).

Parece que a nadie indigna ni rebela, salvo a una honrosa minoría, ese plan de vida que ya han decretado otros para nosotros. Tenía razón Etienne de la Boétie cuando afirmaba en su Servidumbre Voluntaria que no queremos ser libres. También Nietzsche cuando sostenía que nos puede la calidez y el hedor del establo.

¡Ay la filantropía de los plutócratas! Mejor sería que nos abandonaran a nuestra suerte y nos dejaran padecer nuestras miserias y desdichas por nosotros mismos, como humanos.

Fragoso febrero de 2021