Abre
el telediario una extraña imagen. Veo tres refulgentes velos blancos, cuyo
albor deslumbrante destaca aún más por el contraste con la negrura de la corona
proletaria que los remata: la boina capada. Tanta blancura –sin duda hija de
ariel- se antojaría la imagen de la mismísima virtud encarnada, si no fuera
porque dicen que es la ETA. De nuevo. Pero yo sé que no. No es la ETA, ni
tampoco estamos viendo el telediario. Estamos otra vez en el Callejón del Gato.
O ante el onírico tribunal del Klan de “Bienvenido Míster Marshall”. Y esto es
un nuevo esperpento de don Ramón María.
Los
encapuchados no son terroristas vascos. Son fascistas enmascarados. De
demócratas. Los reconozco porque no se han puesto guantes en las pezuñas, y se
les ve el sello sectario con el puño y la rosa Sé quienes son. Son una
destacada triada del neototalitarismo andaluz. Son doña Rosa Torres (doña
Rosita, o el lenguaje de los cardos borriqueros), presidenta del Psoe-A; doña
Susana Díaz (Susanita, que tiene un ratón que come funcionarios), secretaria de
organización del Psoe-A, y –cómo no- don Mario (no piensen eso. No, por favor.
No piensen en Cantinflas. Sería insultante…para Cantinflas, compararlo con este
sujeto -lo de sujeto, Griñán dixit), portavoz, o, para más exactitud, vocero
vocinglero del Partido en la asamblea andaluza.
Son
ellos. Veamos qué dicen.
Sostiene
doña Rosita, en su lenguaje de los cardos, que quienes piden la derogación del
decretazo buscan un puñado de votos.
Sostiene
Marito (permítame, don Mario, que le llame como al niño que cantaba con
Cafrune, aunque vd. no sepa de qué hablo. ¡Es usted tan tierno!) que hay
fascistas enmascarados en la representación de los funcionarios.
Sostiene
Susanita que nuestra actitud de rechazo al decretazo “está peligrosamente
próxima a actitudes del pasado ya superadas”.
Sostiene
Susanita que “nos escondemos tras una reivindicación laboral para conseguir
algo más que tendremos que explicar”.
Sostiene
Susanita que “estas actitudes rayan en la coacción y extorsión al Gobierno”…y
que “estamos ante la prueba del siete”.
No
hay duda, son ellos. Sus rebuznos son “la prueba del siete”, como dice
Susanita; del siete que tienen en sus toscas entendederas, y por el que han
perdido a raudales no sólo la sensatez y el poco sentido común que tenían, sino
la dignidad, la vergüenza, el saber estar y el respeto.
Del
mismo modo en que la Muerte pretende seducir a la Doncella, en el bellísimo
cuarteto de Schubert, así el reich andaluz ha ido utilizando una y otra
estrategia y ha intentado seducirnos pasando de la amenaza al halago y de éste al
amedrentamiento, al engaño y a los cantos de sirena…policial.
Y,
ahora –con sospechosa disciplina y unanimidad-, el reich recurre al insulto.
Cosa insólita, fuera de aquí. El partido gobernante insultando a la ciudadanía
desde sus posiciones privilegiadas y subsidiadas. Y, además, pidiendo
explicaciones.
Pero
la verdad es que la gravedad objetiva del asunto queda rebajada por el tono
chusco, arrabalero, zafio y ridículo de las manifestaciones y por la escasa
calidad moral de sus autores (de la que ya tenemos muestras suficientes para
formar juicio). De modo que la reacción que nos provoca es la jocosidad. Qué le
vamos a hacer, no ofende quien quiere…
Pobrecitos,
y es que no tienen ni idea de lo que dicen. Repiten como “papaguayos” lo que
les han escrito sus guionistas-ideólogos. No me extraña que, con tales mimbres,
los augurios de la sibila cumana de nuestros días –que es la demoscopia- les
sean adversos.
Porque,
Rosita, Marito, Susanita, vosotros sabéis qué es fascismo, coacción, extorsión?
Os lo voy a decir:
Fascismo
es llevar cuarenta días en estado de alarma “escondidos tras una reivindicación
laboral”.
Fascismo
es elaborar listas negras de desafectos al régimen.
Coacción
es amenazar e insultar a los funcionarios que pretenden ejercer sus derechos y hacer
oir sus opiniones.
Coacción
es amenazar, perseguir y arrinconar a los funcionarios que denuncian los
atropellos a la legalidad o que se niegan a legitimar con su firma los que
cometen sus superiores.
Extorsión
es meterle la mano en el bolsillo a los funcionarios que se manifiestan contra
el decretazo.
Fascismo
es disponer de la unidad adscrita del CNP como si de una nueva Gestapo se
tratara. Fascismo es usar a la policía como policía de partido para denunciar
ante la justicia a cuatro compañeras por el sólo hecho de vestir camisetas, con
una leyenda respetuosa y legítima, pero que no le gustó al káiser.
(Por
cierto, mera curiosidad estadística, ¿Cuántas denuncias por hechos
presuntamente delictivos ha cursado a los jueces este nuevo “Serafín el Bonito”
de la Unidad Adscrita?; o estos son los únicos “delitos” que son capaces de
ofender su pulcro sentido de la legalidad?)
Fascismo
es confundir el “Estado” y el Partido; porque ¿acaso, don Mario, es usted el
nuevo Director General de la Función Pública para advertir que se tomarán
medidas contra los que el sábado 22 no acudan a sus puestos de trabajo?
Fascistas,
dices, mientras hollas con tu casco solípedo el solar soberano.
Fascistas,
dices; y tú, Marito, nos lo espetas? fascista eres tú.
Max Estrella, cesante de hombre libre.
Enero, 2011.